Economía
Keynes y la inmoralidad
Despreciaba el capitalismo y la moral compatible con él, la de las reglas generales, empezando por la propiedad privada, desprecios ambos plenamente compatibles, en cambio, con el socialismo.
El intervencionismo, basado en monsergas como la idolatría del gasto público, la demonización del mercado, y la fantasía de que hay que salvar al capitalismo de sí mismo –porque el socialismo no requiere salvación alguna– es moneda corriente entre los profesores. Menos habitual es que, además, se nos diga que Keynes se basaba en la moral, como en un artículo que publicó en «El País» Antonio Cazorla Sánchez, catedrático de Historia Contemporánea de Europa en la Trent University en Canadá. Asegura seriamente que Keynes «nunca olvidó que la función pública debía basarse en principios éticos».
A tenor de lo que dejó escrito, el economista inglés ni defendió el capitalismo ni hizo lo propio con la ética.
Se opuso a su admirado Moore, no porque creyera en la importancia de las reglas generales sino porque rechazaba la idea de Moore de que había que respetarlas. Edward W. Fuller ha argumentado que ahí yace la raíz de su teoría de la probabilidad, que aspiraba a probar que la mente humana accede a la probabilidad sin las frecuencias, y que «permitía la violación de las reglas generales» (Quarterly Journal of Austrian Economics 2019). Por eso, aunque Skidelsky y otros aseguran que no fue un socialista, y aunque siempre se cita su famosa frase: «la lucha de clases me encontrará en el bando de la burguesía educada», Keynes simpatizó siempre con el control político de la propiedad, la economía y la sociedad. Se acercó a soviéticos y nazis, como se ve en el prólogo de la edición alemana de la «Teoría general», y como apuntaban sus amigos y conocidos: «mi viejo y querido Hitler», lo llamaba Virginia Woolf.
Despreciaba el capitalismo y la moral compatible con él, la de las reglas generales, empezando por la propiedad privada, desprecios ambos plenamente compatibles, en cambio, con el socialismo. Recordando sus creencias y las de sus amigos, Keynes, que según el profesor Cazorla defendía una economía basada en la ética y los valores colectivos, igualito que Adam Smith, escribió: «Reivindicábamos el derecho de juzgar cada caso individual conforme a sus méritos, y la sabiduría, experiencia, y autocontrol para hacerlo con éxito. Repudiamos totalmente la moral basada en las costumbres, las convenciones y las tradiciones. Es decir, éramos, en el sentido estricto de la palabra, inmorales. Sigo siendo, y siempre seré, un inmoral».
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