
A pesar del...
El viejo Marx
Se trata de Los últimos años de Karl Marx, de Marcello Musto, que traza un retrato hagiográfico del economista alemán como si se tratara de un bondadoso anciano enfermo, solo atento a su familia y al bienestar del proletariado.
Mientras Warren Sánchez habla de Red Eléctrica como «operador privado», como si fuera un mercado libre sin interferencias políticas, conviene recordar que el disparate es indisociable del progresismo. Leí, gracia a Marta García Aller, un libro que empieza afirmando que, como hubo una crisis en 2007, «Marx ha vuelto a ser calificado como un pensador clarividente cuya actualidad se ve confirmada en todo momento». En serio.
Se trata de Los últimos años de Karl Marx, de Marcello Musto, que traza un retrato hagiográfico del economista alemán como si se tratara de un bondadoso anciano enfermo, solo atento a su familia y al bienestar del proletariado.
Es patente que su objetivo es desvincular a Marx del comunismo, nada menos. Un tercio de la humanidad padeció bajo regímenes que no solo se declararon seguidores de Marx, sino que aplicaron el socialismo marxista: acabaron con la propiedad privada y con la libertad de contratar con ella. El resultado fue un tercio del planeta sojuzgado bajo terribles dictaduras y cien millones de trabajadores asesinados por los comunistas. Por cierto, en un apreciable porcentaje, los comunistas los mataron de hambre, porque aplicaron la teoría anticapitalista de Marx. En todos los países su resultado político fue la tiranía y su resultado económico la miseria.
Y ahora viene don Marcello y asegura que Marx «fue transformado de manera ilegítima en el padre de un sistema social totalitario». ¿Ilegítima? Pues, sí, señora. Dice el profesor Musto, porque hay que ser profesor para desbarrar de semejante forma, que Marx era una especie de anarcoliberal: «valedor convencido de la abolición del Estado acabó siendo identificado con su principal baluarte». Nos lo presenta como un flexible partidario de la propiedad comunal, nada dogmático, ecologista, no historicista e incluso antiimperialista.
Los intentos de separar a Marx del sanguinario resultado de la aplicación de sus teorías no son nuevos. Pero hasta ahora se habían centrado sobre todo en sus escritos de juventud. En cambio, don Marcello se fija en la etapa final de su vida. El resultado es el mismo camelo, que hace decir a Marx una cosa y la contraria para que en algún momento tenga razón.
Eso sí, no hay ninguna referencia a la crítica a su absurdo pensamiento, que ya fue refutado por economistas incluso en el siglo XIX.
✕
Accede a tu cuenta para comentar