Contracrónica

El espíritu del Liceo

Pedro Sánchez llegó al Gran Teatro del Liceo de Barcelona en el que le esperaban 300 representantes de la sociedad civil. Empresarios, UGT y CC OO, organizaciones agrarias y sindicatos, empresas de todo tipo y tamaño, mundo de la cultura, asociativo y ONG acudieron a escuchar al presidente. Antes, a la entrada, un puñado de gañanes los recibían con epítetos de alto contenido político: botiflers, hijos de puta, estómagos agradecidos, voz de tu amo, sinvergüenzas, vociferados por la sección de la tercera edad de la ANC y unos cuantos cachorros de Arrán. Los Mossos cumplieron con su papel y mantuvieron a los exaltados a raya. Estaban tan exaltados que se tiraban a ellos mismos los botes de humo. Todo un alarde de inteligencia.

Los destinatarios de los improperios eran todos los que entraban a escuchar a Sánchez, un servidor fue reconocido y recibió los insultos de los sinsustancia de forma intensiva, sin olvidar a Oriol Junqueras, que era insultado como el que más, y al Govern, al que los manifestantes consideraban con poco ardor guerrero para conseguir la independencia. ¡Y estos son los que se llenan la boca de democracia! Cuando se pierde el respeto por el discrepante la democracia es solo una palabra vacía.

Eran poco más de un centenar los que amenizaron la entrada en el Liceo. Algunos independentistas presentes en el acto también recibieron lo suyo. Ernest Benach, expresidente del Parlament de Catalunya; Santi Vila –el traidor por antonomasia del independentismo más irredento condenado en el juicio del 1-O–; Pau Relat, presidente de la Fira de Barcelona; Oriol Amat, el recién elegido rector de la Universidad Pompeu Fabra, y el ex rector de la Universidad de Barcelona, Joan Elias, que compartían platea con Josep Ramón Bosch, expresidente de Sociedad Civil Catalana y representantes de esta organización.

En la platea del Liceo corrillos al inicio comentando la jugada a la espera del presidente, que empezó su discurso aguantando estoico los gritos de un activista de la CUP que había entrado utilizando las invitaciones cursadas a la organización radical y antisistema. Sánchez siguió hablando y pidió respeto a todas las opiniones cuando empezaron a subir de tono los silbidos al «patriota» que no quería escuchar otra cosa que «Visca La Terra», el grito de guerra de la organización terrorista Terra Lliure.

Diálogo, convivencia, respeto, reencuentro, fueron palabras repetidas por el presidente para desbrozar el camino para «recuperar argumentos frente a sentimientos». Envió recados también al líder del PP: «Alguien tiene que dar el primer paso», porque «el Gobierno tiene que aprovechar cualquier motivo para la reconciliación». El presidente anunció la aprobación hoy de los indultos y dejó claro que es una decisión política que «ni cuestiona ni revoca la sentencia» y que es plenamente legal.

Ayer nació «el espíritu del Liceo» porque, además de destensionar, además de buscar un nuevo camino para hacer mejor las cosas que en 2017, el presidente dejó claro cuál es su objetivo cuando, parafraseando a Miguel de Unamuno, dijo: «Venceréis, pero no convenceréis». «Convencer es la forma más duradera de vencer», apuntó marcando su hoja de ruta: «No esperen que renuncien a sus ideales, nosotros tampoco lo hacemos, pero no hay camino fuera de la ley y no hay camino atropellando a parte de la sociedad».

Dos minutos de aplausos de los asistentes cerraron el acto de Pedro Sánchez. Cuando el presidente volvió a su asiento, Guiomar Amell, activista independentista con lazo amarillo en la solapa, se levantó y educadamente le dijo: «Presidente, quiero explicarle una cosa. Esto debe ser un diálogo y no un monólogo». Ante el pánico de los escoltas Sánchez se acercó a ella y ambos salieron juntos del Teatro conversando en una sala durante unos minutos. Fue un buen final para un acto que, a decir de personas allegadas al presidente, «con el tiempo se entenderá lo que ha pasado hoy en Barcelona».

En los pasillos, el presidente era interpelado por los asistentes como si fuera una estrella de la ópera. Fuera seguían los de siempre afectados por un sol de justicia. Se jactaban como Puigdemont de que el acto se realizara en el Liceo. No se acuerdan que la ley del Referéndum se presentó en el Teatro Nacional de Catalunya, donde se representan tragedias.