Cuba

¿Qué más tiene que pasar en Cuba?

«Cuba seguirá siendo una dictadura, porque la política internacional es una auténtica porquería»

La actitud de Podemos es una vergüenza. A sus dirigentes les preocupa mucho la Guerra Civil y el franquismo, pero no condenan la dictadura cubana. No solo no lo hacen, sino que comparten sus planteamientos. Es lógico, porque es lo que impondrían en España si pudieran. Nunca han escondido que quieren destruir lo que representa la Constitución. No hay que confundirse con la cara amable que muestran a veces, porque son comunistas que se sienten profundamente unidos a los regímenes autoritarios iberoamericanos. Es cierto que de cara a la galería piden que el régimen castrista permita cualquier manifestación. La realidad es otra muy distinta, porque Cuba ha sido un modelo de adoctrinamiento ideológico, propaganda política e ingeniería social. Cuando se habla de un organismo internacional de carácter político como Naciones Unidas y sus agencias siempre he sido escéptico, porque son inútiles. Es verdad que sirven para colocar a amigos y colegas muy bien pagados que luego reciben fabulosas pensiones. En muchos casos solo hay que conocer el sistema de acceso a esa condición y, sobre todo, tener un buen padrino.

Un organismo donde coexisten democracias y dictaduras no tiene ningún sentido, porque es la expresión de la hipocresía de la diplomacia y la geopolítica. La diferencia es abismal, pero es cansino escuchar a los pijo progres afirmar que la ONU dice, propone o defiende sin aclarar la cantidad de gobiernos indeseables que mancillan con su presencia una organización que debería servir para crear un mundo mejor. Cuba seguirá siendo una dictadura, porque la política internacional es una auténtica porquería y la democracia, desgraciadamente, está infravalorada. Se puede oprimir a todo un pueblo, robar sin rubor los recursos públicos y reprimir con violencia las protestas, porque el régimen castrista sabe que no pasa nada. A las democracias les resulta indiferente lo que suceda en Cuba y se limitan, como es habitual, a gestos de cara a la galería para apaciguar a sus respectivas opiniones públicas. Por supuesto, harán negocios y defenderán sus intereses nacionales. Esta realidad objetiva hace que no pueda criticar al gobierno socialista comunista de mi país por comportarse de forma similar al resto de la UE con los que compartimos la misma concepción hipócrita e interesada de entender la política exterior. No somos democracias militantes, sino democracias acomodaticias sin principios o valores.