Afganistán
La humillación de Estados Unidos
Los talibanes no han tenido ningún problema en recuperar el poder
La guerra de Afganistán ha terminado con una humillación como sucedió con la de Vietnam. Ha sido una brutal derrota de Estados Unidos, que ha tenido que evacuar a su personal diplomático por el tejado de la embajada, como sucedió hace 46 años en Saigón. La administración Biden ha demostrado su incapacidad, algo que desgraciadamente no me sorprende, y ha dejado al pueblo afgano abandonado a su suerte. La maldición de Vietnam se repite y es la constatación de que no es capaz ni de ganar guerras largas ni asegurar la estabilidad de un país. Es lo que sucedió también en Corea. Es verdad que ganó la Guerra Fría, que no fue un conflicto bélico convencional, más por el desastre que es el comunismo y no por méritos propios. El sistema capitalista demostró que era muy superior al intervencionismo del partido único, pero los «hijos» de la Unión Soviética siguen gobernando sin ningún problema. Ahora hay una nueva «guerra» global liderada por China, otro fracaso estadounidense, acompañada por Rusia, Irán y otros países que se quieren alzar con el dominio mundial. Por supuesto, la Unión Europea no pinta nada. Es triste, pero es la realidad.
Los talibanes no han tenido ningún problema en recuperar el poder veinte años después de ser derrocados. Este periodo no ha servido para crear un estado sólido y un ejército capaz de hacer frente a los fundamentalistas islámicos. Es la constatación de la ineficacia de las democracias que no conocían el país y fueron incapaces de garantizar su estabilidad. La cobardía estadounidense, lo digo con dolor porque es un país que admiro profundamente, pasará a los anales de la Historia. Han dejado abandonados a su suerte a millones de afganos, porque Biden no estaba dispuesto a asumir más sacrificios humanos y económicos. Este es el talón de Aquiles de las democracias, que son capaces de ganar una batalla pero acaban perdiendo las guerras frente a las dictaduras. El fundamentalismo se extiende por Oriente Medio y el continente asiático sin dificultad, China muestra su inquietante poderío, Rusia sigue soñando con el imperio perdido y el populismo de izquierdas triunfa en Latinoamérica. Los que se enfrentan a ellos saben que no pueden contar con Estados Unidos, porque los abandonará a su suerte como ha hecho con el sufrido pueblo afgano.
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