Ministerio de Igualdad

Igualdad a la carta

Ante lo visto y oído, solo queda esperar que la brigada Montero reclame aviones en Torrejón, para que las mujeres españolas puedan escapar del maldito heteropatriarcado.

Llegados a este punto en el ecuador de legislatura y visto el recorrido real en la gestión de la titular de Igualdad –ministerio creado ad hoc para mayor gloria y solaz de quien se ha destapado como uno de los mayores fraudes a la causa feminista y de la igualdad de género– cabe preguntarse si pesa mas la inacción de Irene Montero desaparecida en los momentos donde más se reclamaba una voz desde su negociado, o sencillamente la sonrojante sucesión de gestos y declaraciones por parte de quien no ha dejado de confundir en todo momento el activismo preuniversitario con la presencia en el Consejo de Ministros del gobierno de España.

Que la ministra y dirigente de Podemos insulte al estado de derecho de un régimen democrático surgido de una transición ejemplar comparando la situación de las mujeres en nuestro país con la de las mujeres afganas es algo que tal vez a estas alturas ni merezca respuesta, salvo por la peculiaridad de que proviene de alguien que dispone de un presupuesto del Estado para gestionar todo un ministerio –incluida la dudosa utilización de asesoras con dinero público– y además usa con total impunidad todos los resortes propagandísticos a su alcance, para arremeter contra las claves de bóveda del sistema a cuenta de la «matraca» sobre el supuesto heteropatriarcado, origen de todos los males de las mujeres españolas.

A Montero y al feminismo podemita de mercadillo engarzados en una reivindicación de igualdad a la carta, no se les sonrojan las mejillas cuando vuelcan todo su arsenal de papel couché en las pamplinas del lenguaje inclusivo, mientras obvian una firme condena a lo que ya les está ocurriendo y les espera a las mujeres afganas. Ni una sola palabra de la titular de Igualdad sobre los burkas, sobre las ablaciones de clítoris en países donde la Sharía es la ley única y trina, sobre la amputación de dedos a las mujeres que osen pintarse las uñas o sobre la lapidación por el mero hecho de querer estudiar y trabajar. Resulta mucho más reconfortante aparecer en según qué programas televisivos para defender a famosas que cobran por vender su vida privada o enarbolar la bandera de una condenada por el delito de sustracción de menores. Ante lo visto y oído, solo queda esperar que la brigada Montero reclame aviones en Torrejón, para que las mujeres españolas puedan escapar del maldito heteropatriarcado.