Opinión
Desmontando a Iván
Iván quiso aparecer como el artífice de todo, como un gran casanova de la política, pero pegó gatillazo. ¡Qué bien hubiera estado quedándose en su casita, en silencio, esperando la puerta giratoria que lo saque del paro! Pero, ¡ay! vanitas vanitatis, et omnia vanitas, a todos nos gusta que nos coman la oreja y que nos saquen en la pequeña pantalla, da igual si como héroes o como villanos, el caso es salir, aunque para ello hay que tener un mínimo de tablas, e Iván no estaba acostumbrado a las cámaras, a las luces ni a las preguntas capciosas, que en las ruedas de prensa de Moncloa se obvian. Y así quedó como quedó la persona que pensamos que era el artesano del encumbramiento de Sánchez, el muñidor de sus mentiras, el arquitecto de su Gobierno. Sin embargo después de la entrevista del otro día lo único que pudimos percibir es que este chico no es más que un manzanillo de oficina sin ningún tipo de solidez, que suelta de tanto en tanto una frasecita en inglés: le debe parecer muy chic. Ocurre que hemos venido subestimando al habitual usuario del Falcon y es él y sólo él quien fabrica las ideas y los embustes que nos llevan a vernos convertidos en un país transformado en un solar. El pobre Iván no era más que un muñeco de paja al que utilizó de sparring y ahora se encuentra a los pies de los caballos de la realidad de la vida, con una mano delante y otra detrás. No me da pena ya que en los medios del régimen encontrará acomodo. Mucho me extrañaba a mí que el viejo zorro de Mariano hubiera prescindido de él allá por 2016 (o quizá antes, no me acuerdo). Nadie deja escapar a una lumbrera por mucho desembolso que haya que hacer para mantenerla en el puesto. No tenemos mucha idea de qué será de él en su futuro político, porque sabemos que el egoísmo y la ingratitud son algunas de las señas de identidad de quienes abrazan el poder.
Si este ha sido el tema de la semana tampoco hemos parado de hablar de la convención del PP y de Pablo Casado en esa reunión itinerante que lo ha revestido de lentejuelas, con un nuevo brillo para saltar hacia el éxito electoral cuando haya una nueva consulta al pueblo llano. Veremos a ver cómo calan las nuevas medidas populistas del actual presidente, compitiendo con Podemos, en la entrega de dineros a los jóvenes porque sí, para ocio y videojuegos; con la bajada de los alquileres, y cosas por el estilo. Claro que en contrapartida está la sensatez de la oposición liberando suelo y bajando impuestos a los alquileres. Un pulso importante en el que, de antemano, quizá vislumbremos al caballo ganador, más nunca hemos de adelantarnos a los acontecimientos, que cosas más raras se han visto.
Y no dejemos pasar tres menciones a tres protagonistas: Yoli Díaz, que sigue en su afán de acaparar poder. Niña Isabel Ayuso, que le lee la cartilla a su opositora Mónica García, riéndose en su cara de que haya pasado de asaltar capillas a defender al Papa populista en su humillante plática pidiendo perdón por el descubrimiento de América. Y, finalmente, el Rey don Juan Carlos, cuya investigación será cerrada según criterio de tres fiscales, dejando así a Lola Delgado sin plumas y cacareando, como la gallina de Morón.
CODA. El rastas Alberto Rodríguez, diputado podemítico, ha sido condenado a mes y medio de prisión que podrá sustituir por una multa de 540 euros por haber pateado a un policía bajo el aplauso y la emoción del Gran Timonel Iglesias. También deberá dejar su escaño en el Congreso. Me imagino que sus vecinos de asiento estarán solicitando una desinfección, o quizá mejor una fumigación para eliminar los piojos del respaldo…
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