Pedro Sánchez
Sánchez quiere que el PSOE de Madrid desaparezca
Increíblemente don erre que erre Sánchez persiste en el intento de asesinato civil de su antagonista
Los barandas de Instagram, red social controlada por ese Facebook en apuros legales en EEUU, no debían saber con quién se jugaban los cuartos cuando esta semana censuraron una foto colgada por Isabel Díaz Ayuso. Estos censores posmodernos, a los que espero la Justicia ponga de una puñetera vez en su sitio, so pena de permitir que se carguen la libertad de expresión, retiraron de la circulación una inocente instantánea en la que se veía a la presidenta en el coso capitalino. Los globalistas gerifaltes de Instagram catalogaron la imagen de “contenido violento” cuando ni siquiera aparecía un solo toro y cuando, para más inri, costaba adivinar que era la plaza madrileña. Se montó tal pollo por la fascistoide actuación que a la red social de moda no le quedó otra que reponer la foto de marras 12 horas después. Lo del efecto bumerán de Instagram es hasta cierto punto comprensible porque era la primera vez que arremetían contra la bestia negra de la izquierda española. Lo que se antoja del género imbécil es lo del presidente del Gobierno, que insiste en su masoquista campaña de acoso y derribo a la líder popular que arrasó el 4-M. Yo creo que debería tumbarse en un diván para que un psicoanalista argentino le trate esa obsesión freudiana que sufre con Ayuso. Malvado de mí, barrunto que existe algún componente sexual que se nos escapa. Que Sánchez y ese sobrevalorado personaje que es Peluquín Redondo se pusieran como meta derribarla podía tener cierto sentido antes del 4-M por aquello de que gobernó tras unas autonómicas, las de 2019, que había ganado el PSOE. La campaña que le montaron fue más propia de la ‘Ndrangheta que de un partido democrático. Primero le culparon de la pandemia olvidando que los muertos se dispararon en Madrid por ese 8-M que Moncloa autorizó criminalmente. Luego se descolgaron con que era una corrupta porque se fue a vivir en el inicio de la pandemia a un apartahotel de Kike Sarasola. El argumento de esta chusma es que pagaba 80 euros “pese a que costaba 200″. El problema es que el establecimiento estaba vacío y no iba ni dios. Consecuencia: habían tenido que tirar los precios. Luego se inventaron que estaba “IDA”, jugando con las siglas de su nombre, que en realidad es “INDA” (Isabel Natividad Díaz Ayuso). En un cuarto estadio soltaron que es “lerda”. La loquísima y tontísima Ayuso les pegó una paliza que los dejó tiesos, duplicando de largo los escaños del PP. Increíblemente don erre que erre Sánchez persiste en el intento de asesinato civil de su antagonista. Ahora le ha propinado la enésima patada en el trasero de todos los madrileños. Con la mentirosesca excusa de la descentralización, amenaza con llevarse buena parte de las instituciones con sede en la capital a otras ciudades. La enésima afrenta ha llegado a cuenta de los Presupuestos Generales de 2021: las inversiones previstas en Madrid suman 1.200 millones, las contempladas para Cataluña superan los 2.500. Sin olvidar que quiere resucitar esos atracos a mano armada que constituyen los impuestos de Sucesiones y Donaciones. Mi impresión es que lo que en el fondo quiere el tan iracundo como no muy listo Sánchez es cargarse ese Partido Socialista de Madrid (PSM) en el que nunca fue nada ni nadie. Como siga con las fobias ayusescas, la filial del PSOE acabará desapareciendo. Va por buen camino. Y a un servidor, que es votante de Ayuso y liberal de pro, no le queda otra que dar las gracias al robatesis. Que Dios le guarde muchos años, Don Pedro. Siga así.
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