Política

El poder desgasta, pero estar en la oposición es lo que j...

Yolanda Díaz, que sabe que lo que defiende es imposible, solo necesita un buen «relato» y un buen guionista para explicar que no renuncia a nada

Pedro Sánchez, cómodo en los foros internacionales porque habla inglés con fluidez, tras su periplo por las cumbres de Roma y la climática de Glasgow, ha convocado hoy a sus dos «vices» principales, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, para buscar una salida al enredo de la contrarreforma laboral. En Roma tuvo otros 30 ó 40 segundos con Biden –casi un aquí te pillo aquí te saludo–; en Escocia prometió 1.350 millones de euros de España para el Fondo del Clima. Hoy, quizá lo tiene más complicado, ¿o no?, como diría Rajoy. El inquilino de la Moncloa podría tener la tentación de actuar como un moderno Salomón y decirles a sus «vices», parto la contrarreforma en dos y os quedáis con cada parte. Sin embargo, ni él puede hacerlo –es parte implicada–ni Calviño ni Díaz pueden aceptarlo. La reforma laboral de Rajoy no será derogada en su totalidad, aunque luego el «relato» diga lo que diga. Están en juego los fondos europeos y un futuro viable para el anómalo mercado laboral español, cuyo modelo hunde sus raíces últimas en el falangismo, como recuerda el economista socialdemócrata José Carlos Díez y que es hacia donde apunta la propuesta de la heredera de Pablo Iglesias en el Gobierno.

Yolanda Díaz estirará la cuerda hasta el extremo, pero no la romperá y, por supuesto, no abandonará el Consejo de Ministros. No le interesa ni a ella, ni tampoco a Sánchez. La «Evita Perón» gallega –el peronismo, por cierto, se alimentó de las ideas de Mussolini– está en campaña para liderar una fuerza política que sustituya a Unidas Podemos y eso se hace mejor desde una vicepresidencia. Perderá el envite de la derogación, «en su totalidad», de la reforma laboral, pero el presidente le facilitará una salida airosa, que ella pueda ofrecer como un éxito ante la clientela que intenta aglutinar alrededor de su figura. Yolanda Díaz, que sabe que lo que defiende es imposible, solo necesita un buen «relato» y un buen guionista para explicar que no renuncia a nada, pero que ahora, lo que ha ocurrido es lo mejor, también para los trabajadores. «Al que vence se le perdonan los más graves defectos y al que fracasa se le niegan todas las virtudes, hasta las más notorias», decía el Conde Duque de Olivares. Por eso es tan importante, para Sánchez y Díaz, aparentar éxito. Giulio Andreotti lo explicó hace años: «El poder desgasta al que no lo tiene», algo que Carlos Solchaga lo tradujo al castizo como «el poder desgasta una barbaridad, pero lo que de verdad jode (sic) es estar en la oposición». Sánchez lo sabe y la «vice» Díaz lo tiene clarísimo.