Federico Mayor Zaragoza
La solución del hambre en el mundo
El problema para que los alimentos lleguen a los que pasan hambre no es de producción, de la que hay exceso, sino de la falta de una red de distribución y de transporte
Acabo de escuchar en la radio a Federico Mayor Zaragoza, ex director de la UNESCO, que es intolerable que el hambre siga existiendo en el mundo mientras que las naciones gastan cantidades ingentes de dinero en armamento, es decir, en sus Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, por lo tanto, en su seguridad, estabilidad, independencia, soberanía y defensa.
Sin duda el hambre en el mundo es como una pandemia difícil de erradicar, como lo es la inseguridad, la inestabilidad, el dominio sobre otros, el control de los recursos, el poder, y que las guerras continúen en la pantalla del escenario internacional desde tiempos difíciles de recordar, a pesar de la existencia de las Naciones Unidas.
Indicaba el Señor Mayor que en el preámbulo de la carta fundacional de Naciones Unidas se indica que «nosotros los pueblos, estamos decididos a erradicar la guerra». Objetivo más que loable que la organización no ha conseguido en absoluto y que debido a que la iniciativa surge precisamente del fin de una Guerra Mundial, los vencedores de la misma se sientan en «preferente» con derecho a veto mientras las demás naciones miran con desconcierto desde «turista» lo que sucede a su alrededor. Entre eso y la compra de votos y puestos de relieve por parte de naciones poderosas emergentes a cambio de inversiones y el dominio indirecto de la organización, su futuro no deja de ser incierto.
Sin entrar en la falsa dicotomía de tanques o mantequilla, menuda ocurrencia, en mis lecturas de informes de naciones unidas compruebo que desde el cumplimiento de los objetivos de desarrollo del milenio, seguidos por los del desarrollo sostenible, la extrema pobreza se ha reducido extraordinariamente en todo el mundo, la pobreza también y desde luego el hambre.
Con la apertura del mundo a la segunda globalización, la primera la hizo España en el siglo XVI, y el uso de la red de ámbito global, internet, algunas naciones, como China, han visto cómo su clase media se ha ampliado extraordinariamente, a la vez que la pobreza se ha reducido a niveles desconocidos, mientras tanto, gastaban en armamento como nunca en la historia y más que todas las naciones de la Unión Europea juntas. Parece que la dicotomía planteada se comprueba falsa, al menos en esa nación comunista pero con economía de mercado.
Claro que no es fácil que el hambre desaparezca en el mundo, ni la enfermedad, ni las pandemias, ni las injusticias, ni la desigualdad, ni los odios, ni las falsas percepciones, ni los relatos distorsionados, ni las historias deformadas, ni la violencia, ni los conflictos bélicos o no, ni las crisis, ni las erupciones volcánicas, claro que no hay recetas fáciles, pero la que sugiere el señor Mayor creo que no pasa de ser una ocurrencia.
De todas formas, puestos a hacer comparaciones, podríamos hacerlo entre lo que se gastan las naciones en erradicar el hambre en el mundo y lo que invierte su población en el cuidado de mascotas, seguramente necesario, pero inmensa cantidad que sorprende al conocerse, o en alcohol y drogas, o en comida para después tirarla en más de un 40% en el mundo desarrollado. Porque como indican informes solventes, se produce y se tira más comida en la actualidad que en toda la historia. El problema para que los alimentos lleguen a los que pasan hambre no es de producción, de la que hay exceso, sino de la falta de una red de distribución y de transporte que los haga llegar hasta los lugares adecuados en condiciones adecuadas. Pero, quién paga esas redes, esa estructura, ¿Naciones Unidas?, podrían suprimirse agencias innecesarias y crear una para ese objetivo. Desde luego dejando de invertir en Industria de Seguridad y Defensa no se va a conseguir erradicar el hambre en el mundo con esa receta tan simple como ineficaz.
El señor Mayor Zaragoza presenta soluciones sencillas para resolver problemas complejos, supongo que eso vende en determinadas audiencias y mantiene su fidelidad del voto. Es como lo de «nucleares, no gracias» mientras en el Reino Unido se van a construir varias mini centrales nucleares, China no para de hacerlo y Francia, de donde nos surtimos de energía, claro, las va a mantener o ampliar.
En cualquier caso, como dijo Winston Churchill, «algunos alegatos me hacen cambiar de opinión, pero no de voto». En definitiva, estoy seguro que a lo máximo que puedo aspirar es al cambio de opinión de algunos, si es que lo hacen, quizá lo haya conseguido con el señor Mayor Zaragoza.
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