Tribunales

Juanita

Juana no es el fin sino el medio para socavar la credibilidad del poder judicial. Uno más. Es el plan para que caigan como fichas de dominó todas las instituciones del Estado

La Juani fue una heroína de Bigas Luna a la que le olían las bragas desde el sillón de la butaca del cine, empoderada, choni y cabal, una tía que se viste por los tacones. De la Juani nos queda la Juana. Juana Rivas, la mujer que sustrajo a sus hijos y a la que la justicia italiana rechazó una y otra vez la petición de recuperarlos una vez que volvieron a la casa paterna. Juana Rivas fue condenada primero a cinco años, luego el Supremo (parte del Tribunal) rebajó la pena a la mitad y ahora el Gobierno remata y le otorga el indulto parcial.

Albricias en el ministerio de Igualdad y en los salones de Ilone Belarra que con su felicitación viene a decir que los jueces no son más que encubridores de la violencia machista, aunque sean mujeres. Un indulto con perspectiva de género para una señora que se convirtió en la virgen de la Alegría de la parroquia feminista encabezado el paso de palio por Francisca Granados, «Paquita» la del barrio, la de su barrio, no la buena, que se las daba de saber mucho de Derecho. ¿Si eres mujer es lícito «secuestrar» a unos menores? Si es eso, que lo pongan por escrito y no, como una pintada, en las resoluciones del Consejo de Ministros. Grafitis en papel del BOE.

Juana no es el fin sino el medio para socavar la credibilidad del poder judicial. Uno más. Es el plan para que caigan como fichas de dominó todas las instituciones del Estado. El lunes le tocó a la monarquía. Cambian la Constitución por la puerta secreta de Alicia y se cuela un conejo con mucha prisa, todo va muy rápido, es ahora o nunca. Juana Rivas es un ariete, el muñeco de ojos vidriosos con el que soplar y absorber, otra mujer utilizada en beneficio de las grandes hermanas. A ellas sí las creo, las veo venir y perrear callando, como una canción de Tangana puesta al revés.