El tsunami que viene

Mientras que el socio-comunismo gobernante nos entretiene otra vez con Franco, la gente empieza a tomar la calle hastiada de tanto político incapaz de solventar los problemas. Por ejemplo, que la luz, el gas y los carburantes se hayan disparado. O que nos expriman con nuevos y viejos impuestos, ora por las autovías, ora por contaminar, ora por vivir. O que el ministro Escrivá le dé un nuevo rejonazo a empresas y trabajadores subiendo las cotizaciones. Sigan apretando, a ver si reventamos. El otro día el metal de Cádiz dio un primer aviso con barricadas en plena calle. Los ganaderos ya han dicho que se van a movilizar, igual que los agricultores. La huelga del transporte está prevista para antes de Navidad, y los policías no aceptan la nueva legislación que les deja inermes.

Mantener hoy un bar abierto, con los actuales precios de la energía, cuesta cuatro veces más caro que hace un año. Si hay que pagar más impuestos, el negocio se torna ruinoso y no merece la pena mantenerlo.

El Gobierno se ve feliz repartiendo fondos europeos, pero olvida que lo importante es el empleo, lo único que genera ingresos, sube las aportaciones a la Seguridad Social y mueve la economía. La mayor parte del empleo que se crea hoy es público, que equivale a más gasto de las administraciones. O sea, más impuestos para pagar más funcionarios.

No nos engañemos. Lo que se está gestando es una bola enorme de deuda, inflación y escasez, que alentará el descontento social y puede desencadenar un tsunami de paros, huelgas, manifestaciones y protestas. Pese al silencio sindical.