Política

El éxito de Pedro Sánchez

«Frente al socialismo democrático, el sanchismo se ha coaligado con comunistas, podemitas, separatistas y bilduetarras»

Ahí están, erectas, videotecas y hemerotecas, vagos hormigueros intelectuales donde se almacenan entrevistas, declaraciones y artículos de políticos, periodistas y otras gentes del buen vivir. Analistas de renombre afirmaban hace dos años, tras las elecciones del 10 de noviembre, que el Gobierno pretendido por Pedro Sánchez no duraría tres meses. Fuimos pocos los que aventuramos contra corriente que el presidente agotaría la legislatura. Me enternece leer ahora o escuchar en la radio o la televisión la seguridad con que los equivocados afirman lo contrario de lo que dos años atrás aseguraban.

La posición del socialismo democrático ha sido indeclinable en Europa a lo largo de la posguerra mundial: en ningún caso se admitía la alianza con el comunismo y su entorno. Felipe González se negó a regresar al PSOE si no se eliminaba el marxismo del programa. Cuando Pedro Sánchez inició conversaciones con el entorno comunista estaba claro que se zafaba con todas sus consecuencias de un convencionalismo político. Como París bien vale una misa, lo que importa es el poder y no hay que hacer ascos a ninguna fórmula que obstaculice su conquista. De ahí la posterior coalición con podemitas y comunistas incorporados al Gobierno sanchista. Para consolidar la mayoría absoluta se llegó a la indecencia política de implorar el plato de lentejas de los escaños separatistas catalanes y vascos e, incluso, los de Bildu, agrupación proetarra que ensombrece el Congreso de los Diputados.

Tuve claro desde el primer momento que Pedro Sánchez, salvo que estallaran cuestiones extremas, agotaría la legislatura. Y así lo escribí y declaré. Negar el éxito de Pedro Sánchez en su objetivo esencial –permanecer en el poder– sería ofender el sentido de la objetividad. Ha demostrado extraordinaria habilidad para sortear todos los obstáculos y ha jugado acertadamente con las concesiones económicas y también con las ideológicas para facilitar su cómoda estancia monclovita. Antes de que se aprobaran los actuales PGE, Sánchez tenía la sartén, pero no el mango. Ahora, en la apoteosis del cinismo, dispone también del mango. Oscar Wilde radiografió a Pedro Sánchez cuando escribió: «un hombre que conoce el precio de todo y de todos y el valor de nada».