Isabel Díaz Ayuso

Sándwich de Lobato

Madrid no es la prioridad de Sánchez, que solo anda preocupado en seguir siendo presidente del Gobierno

Los primeros meses de un líder político al frente de su responsabilidad suelen ser los de mayor atención mediática y mayor proyección social. Sin embargo, hace casi dos que Juan Lobato llegó a la secretaría general del PSOE madrileño y ha pasado desapercibido. Es la última apuesta de Pedro Sánchez,después de los sonoros fracasos de sus últimos designados, pero todo apunta a que esta vez tampoco le van a salir bien las cosas a los socialistas madrileños, porque el PP es cada día más hegemónico en la región.

Madrid no es la prioridad de Sánchez, que solo anda preocupado en seguir siendo presidente del Gobierno. Para conseguirlo, ha encontrado en Díaz Ayuso un tesoro valioso que mantiene a raya a Casado. Está dispuesto a darle relevancia como adversaria aunque eso termine de hundir al maltrecho PSOE de Madrid. Mientras siga el conflicto interno, el PP se aleja de la Moncloa y, para alimentar la discrepancia, Sánchez necesita un liderazgo popular en Madrid fuerte y enfrentado a la calle Génova.

Las encuestas encargadas por el Partido Socialista no muestran el más mínimo despegue y otorgan a Díaz Ayuso la mayoría absoluta. Además, se consolida Mónica García, que rentabiliza su perfil amable y de izquierdas, robando votos a Podemos. Lobato no va a poder dar la vuelta a esta situación. El mayor problema que tiene, no es su falta de empatía, la ausencia de mensajes en los que se atisbe una mínima idea nueva o la carencia de discurso, sino que ha sido el elegido para liderar la derrota.

Y, para que no haya duda de que el proyecto fracasará, ha colocado a Simancas de nuevo en el primer plano orgánico. En realidad, hace tiempo que vuelve a tener el control de la organización, pero ahora lo hace directamente, de la mano de la delegada del Gobierno, su ex jefa de gabinete. Sánchez y Simancas se detestan, pero se han necesitado en múltiples operaciones internas y la alianza ha sido rentable para ambos. Entre los dos le han hecho un sándwich a Lobato. Los últimos líderes, la alcaldesa de Getafe y José Manuel Franco, recibían a diario instrucciones y han demostrado tener buen estómago, desayunando con buen apetito los pactos con los independentistas o decisiones en materia presupuestaria o educativa que les alejaba del electorado.

Lobato ni siquiera recibirá las instrucciones en persona, para eso está Simancas que ha visto la oportunidad de dejar de ir lampando por un escaño en el Congreso, para intentar, de nuevo, el control total de la federación. Cosas de la política, el tamayazo cambió la historia de Madrid, convirtió a Esperanza Aguirre en lideresa y sumió al PSOE en crisis y divisiones permanentes. El protagonista era Simancas, pero nunca asumió responsabilidad alguna, a pesar de que las decisiones sobre la candidatura eran suyas. Al principio, se afanó en aparecer como víctima pero, posteriormente, se convirtió en colaborador de todas las operaciones de inestabilidad interna. El balance, veintidós años después, es que el barco se hunde pero el patrón sigue siendo el mismo. Eso si, nada ha sido por culpa suya.