Política

Los matices de Yolanda Díaz y las reinas católicas de Europa

Una visita a un Papa desconcertante acaso valga para que Yolanda Díaz dé un paso más para ser la reina republicana y laica –nada de católica, claro– de la Moncloa

Iván Redondo, el protoasesor de Pedro Sánchez caído en desgracia, no lo hubiera hecho mejor. De hecho, el ex-gurú presidencial se desorientó en alguna ocasión en el laberinto diplomático y ese, dicen los que creen saberlo, fue el principio de su fin. No son lo mismo el guion y la serie de «El ala oeste de la Casa Blanca» que la realidad. Yolanda Díaz, por el contrario, se ha graduado en relaciones internacionales con su visita al Papa Francisco. La «vice» segunda del Gobierno, designada por Pablo Iglesias, quiere evitar la imagen inquietante y radical de su predecesor sobre todo en Europa. Díaz mima sus visitas a Bruselas y sus contactos con gerifaltes europeos. Lo niega, pero su día a día es una campaña electoral. La visita al peronista que ocupa la cátedra de San Pedro ha sido un prodigio de matices y equilibrios impostados. «El diablo está en los detalles» dice un refrán anglosajón. Pues bien, Díaz y sus asesores, con habilidad, quizá han toreado al protocolo y a la diplomacia vaticana, afamada como la más antigua y mejor del mundo, pero que no es infalible como el Pontífice cuando habla ex-catedra. El protocolo del Vaticano, bastante rígido, reclama que las mujeres en las audiencias privadas o de Estado vistan de negro riguroso. Los hombres, antes debían utilizar frac, pero ahora se permite traje oscuro y corbata. Yolanda Díaz, respetuosa, acudió a la cita con el Papa Bergoglio, ataviada de negro, pero con una camisa blanca –lazo incluido– que destacaba. Elegante, pero transgresora parcial de una norma que tiene su miga. Las reglas vaticanas incluyen una excepción. Las reinas católicas –solo ellas– tienen la prerrogativa de vestir de blanco ante el Santo Padre. Es lo que hizo Letizia la última vez que lo visitó, aunque cuando era princesa iba toda de negro, mantilla incluida a veces. La cita de la «vice» con el Papa ha sido un despliegue de estrategia, dicen que diseñada, como todos sus pasos, por Manuel Lago, su principal asesor, economista histórico de CC.OO. y amigo del padre de la ministra, Suso Díaz, con quien acudió la semana pasada en Madrid a la presentación en el Instituto Goethe de los libros «¿Quo Vadis Europa?», de Carsten Moser y «Cómo salir de ésta (II)», de María Cadeval y José Luis Gómez. La historia atribuye a Enrique VI lo de «París bien vale una misa» para renegar de su fe de hugonote y ser rey de Francia. Ahora, una visita a un Papa desconcertante acaso valga para que Yolanda Díaz dé un paso más para ser la reina republicana y laica –nada de católica, claro– de la Moncloa, en donde Pedro Sánchez pone mala cara sin poder echar ya la culpa a Iván Redondo. Matices.