
Opinión
¿Qué hay que hacer estas fiestas?
Los indicadores vuelven a ser malos, aunque no tenemos la sensación catastrófica de las anteriores olas
Cada vez lo tengo más claro. Por mi parte, pienso extremar la prudencia y celebrar las fiestas en casa. Hasta el momento no he pasado la covid y no he sido, precisamente, un anacoreta. Mi trabajo hace que me tenga que desplazar y acudir a reuniones presenciales, no puedo apuntarme al teletrabajo, pero he sido cauto y he respetado la distancia social. Todos los días he ido al periódico. Por tanto, es posible no sufrir la enfermedad, aunque es importante que nuestro entorno haga lo mismo. Los indicadores vuelven a ser malos, aunque no tenemos la sensación catastrófica de las anteriores olas. ¿Es necesario acudir a celebraciones multitudinarias?, es evidente que no y sería un auténtico despropósito. No veo la necesidad. La sexta ola es, incluso, una buena excusa para dejar la agenda «festiva» en blanco. Esas comidas o cenas interminables, aburridas y ruidosas, algo imposible de impedir cuando hay más de una docena de personas, pueden posponerse para el próximo año o en mi caso siglo. Otra cosa es ir a restaurantes, manteniendo la distancia social, porque no se trata de abrazar una vida monacal.
Lo lógico sería que limitáramos las reuniones con familiares o amigos, no siempre los primeros son lo segundo, a un número pequeño de personas. Es bueno recordar que cuantos más contactos tengamos más se eleva el riesgo de contagio. Los modelos matemáticos son muy útiles para entender la situación que afrontamos y no vale la pena correr ningún riesgo. Es mejor llenar los restaurantes con mesas pequeñas que hacerlo con esas convocatorias masivas que nos acercan a la covid. Nunca me han gustado los grupos grandes. La verdad es que los detesto desde pequeño. No me importa que sean familiares, amicales o laborales. Son muy pesados. Hay países donde la población es más fría y les afectan menos estas limitaciones. Nos caracteriza nuestro carácter mediterráneo, no me olvido de los norteños, la alegría, en esto incluyo a casi todos, y el gusto por la fiesta. En general nos gusta el jolgorio y no hay más que ver la afición a los puentes, superpuentes y las largas vacaciones. Los propios horarios muestran que nos gusta mucho estar en la calle. A pesar de ello, prudencia, prudencia y mucha prudencia.
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