Sortu

David Pla, política con capucha

El metaverso es que ahora te dan lecciones de convivencia los tipos que aún llevan en la cara la marca de la costura del pasamontañas.

Dice Antonio Díaz que España queda entre Gila y Leopoldo María Panero. Una ves escuché a Panero diciendo el poema ‘Buffalo Bill is defunct’ de ee Cummings y desde aquel día quiero que alguien lo recite en mi entierro. Serán pensamientos de viejo. Dice así: “Buffalo Bill is defunct, buffalo bill ha muerto. Montaba un semental de plata y mataba ‘onetwothreefourfive pigeonsjustlikethat’. Dime qué has hecho con tu muchacho de ojos azules, señor muerte”.

Ha muerto Buffalo Bill pero tenemos mandando en Sortu a David Pla, que leía comunicados de banda terrorista con capucha y forillo de Bietan Jarrai. Se imagina uno la charla en Sortu que dio lugar al fichaje por la que deciden que para negar que son herederos de ETA, convendría que dirigiera el partido un jefe de ETA. Mertxe Aizpurua ha admitido que la maniobra pretende mirar hacia el futuro sin perder de vista el pasado, no sé si en reivindicación del suelo lleno de casquillos. El metaverso era que te den lecciones de memoria histórica, de convivencia y de democracia tipos que aún llevan en la cara la marca de la costura del pasamontañas.

El mayor desprecio que se puede hacer a una víctima es votar a su asesino que está ahí por haber sido su asesino y no por un hecho coyuntural. Pero por ahí entre la maleza se viene el argumento de que hay que agradecer que ETA dejara de matar, que es un mérito que solo se puede conceder al que mata. A los de ETA les terminarán poniendo un monumento y a Otegi le darán el Nobel de la paz más pronto que tarde.

Y sonará como suena el tracatrá del nuevo tiempo y la trikitrixa de la reconciliación bienaventurada a la que solo se pueden oponer -dirán-, los fachillas y los nostálgicos de la violencia, ya sabes, los que con el terrorismo vivían mejor. Por muchas vueltas que le doy a lo de la celebración de un mundo sin ETA, los muertos están en la tumba y en política los que empuñaban la metralleta.