Partido Popular
Casado y la «reformilla» laboral
Se le pide por lo tanto que enmiende lo hecho por su propio partido
¿Se imaginan al Partido Socialista votando desde la oposición una derogación o modificación de alguna de sus más destacadas leyes o iniciativas impulsadas durante su etapa anterior estando en el gobierno? El escenario parecería poco probable, salvo que, en un ataque de complejos revisionistas, al PSOE de Sánchez le hubiera dado por apoyar –valga como ejemplo– la modificación de una de las «joyas» de la etapa de gobierno de Rodríguez Zapatero como pudo ser la ley que normaliza los matrimonios del mismo sexo. Parece impensable. Sin embargo, en estos días en los que el Ejecutivo trata de hilvanar los apoyos parlamentarios suficientes para su «reforma de la reforma laboral», impulsada en 2013 por el gobierno popular, contemplamos cómo se ha instalado con una casi grosera normalidad el fuego cruzado dirigido hacia el PP de Pablo Casado exigiéndole apoyar por «responsabilidad» e incluso patriotismo toda una enmienda a una de las iniciativas legislativas que mejor resultado dieron durante la última etapa del Partido Popular en el gobierno, en este caso con un Rajoy en la Moncloa al que se le cuentan no pocos errores, pero entre los que no se encuentra precisamente el de no habilitar una legislación laboral que, aun no siendo perfecta, sirvió para crear millones de empleos paralelamente a las medidas económicas que evitaron la intervención europea.
A Casado se le pide por lo tanto que enmiende lo hecho por su propio partido y por su antecesor estando en el gobierno y además lo hacen profetas de la estrategia política convencidos del error electoral que supone el no sumarse a una reforma, nada menos que apoyada…!acabáramos! por los «agentes sociales», como si a estas alturas de la película sociológica española lo que hagan o digan los sindicatos UGT y CCOO movilizadores si acaso de liberados, o la patronal y las PYMES con la nariz tapada, fuera un elemento definitivo de cara al sentir de millones de electores, en un país donde la economía sigue pasando en gran medida por los autónomos y los pequeños empresarios, cuyo voto es tan válido como el de Garamendi, Álvarez o Sordo.
El gobierno actual arrancaba su andadura con la determinación –especialmente en la parte podemita de la coalición– de tumbar una de las «joyas» del gobierno anterior del PP y esa obsesión incluso se convirtió en punta de lanza y principal hilo argumental para el lanzamiento político de Yolanda Díaz hacia su posible candidatura a la Presidencia del Gobierno lo cual es legítimo, otra cosa es que sin ningún rubor se le pida a Casado que haga del palmero de la operación…por «patriotismo».
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