España
El PP ante su espejo
Dicen que «en el pecado va la penitencia», y eso es lo que le pasa al PP por su actuación en la censura contra Sánchez, convertida en una descalificación total de Vox. En aquella jornada asumió el cordón sanitario contra quienes en 2019 también ayudaron a salvarle de la quema con los pactos tras las elecciones autonómicas, cuando su liderazgo quedó seriamente cuestionado con 66 escaños en las generales apenas un mes antes.
El 13-F ha supuesto una clara victoria del centroderecha sobre el sanchismo, que ha recibido una sonora derrota, y –sometiéndose a la maquiavélica exigencia de Sánchez– parece que el gran perdedor sea el PP, suplicando al PSOE la abstención para ser investido su candidato, que no para gobernar. Suplicar al autor del «No es no, señor Rajoy, que parte del no, no ha entendido?» cuando se le ofrecía un pacto para evitar unas terceras elecciones o un Gobierno Frankestein, sería una indignidad política.
Que Génova obligue a Mañueco a negociar su investidura con el PSOE es una ofensa a sus votantes y exvotantes, cuya suma ha conseguido una clara mayoría absoluta de 44 procuradores, frente a los 29 del sanchismo. Esa maniobra política también puede considerarse como el arte de convertir una rotunda victoria en un desastre propio y en un aparente triunfo de su adversario, transformándole en el decisivo auxilio para que el vencedor sobreviva.
Si el «pecado» fue aquella desdichada censura, ésta es su penitencia. El PP debe explicar por qué adoptó aquella irracional decisión, claramente lesiva contra sus intereses políticos, y desvelar si ha sido una imposición «externa». El Parlamento Europeo ha condenado rotundamente el comunismo, y Sánchez les ha dado cinco carteras en su Gobierno sin que le tiemble el pulso. No consta que pidiera al PP la abstención para evitar repetir el Gobierno Frankenstein, y ahora el PP se la suplica para evitar formar Gobierno con Vox, sin el cual en la actualidad no hay alternativa posible al sanchismo. Quien no se respeta a sí mismo, no puede esperar que le respeten los demás. Ayuso da voz a quienes así piensan.
Rectificar es de sabios y «sostenella y no enmendalla» es lo contrario. Perseverar en el error no es una buena decisión, y el PP debe rectificar. Si para ello necesita tiempo, que se lo tome, mientras la salida no sea una repetición electoral que sería una catástrofe para todos y sobre todo para él. «Más vale un mal acuerdo que un buen pleito», máxime cuando lo vas a perder. Y que expliquen la identidad del zar que impuso el «ukasse» del cordón sanitario.
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