División en el PP

Enmienda total de Casado a Vox, que sitúa entre los «populistas» y «radicales»

Ayuso se pone al frente de las voces que no vetan el pacto con Abascal. Génova quiere que Mañueco vaya a la investidura incluso sin pacto y obligue a todos a retratarse

Pablo Casado abrió ayer el tiempo de la negociación de su partido para conseguir formar gobierno en Castilla y León con una enmienda a la totalidad a Vox. No mencionó a esta formación, pero su discurso en el Comité Ejecutivo, abierto a la Prensa, se sostuvo en duras críticas hacia ella, colocándola dentro de la horquilla de los «populismos» y los «radicales».

Su mensaje también giró sobre la reivindicación del PP, al que presentó como víctima de movimientos oscuros para desestabilizarlo y de informaciones «fake». No hubo ni un amago de autocrítica sobre la decisión de precipitar las elecciones de Castilla y León, en las que el PP creció en dos procuradores, pero sin margen para formar gobierno sin el beneplácito del partido de Santiago Abascal.

Casado sí dejó claro que la decisión de convocar estos comicios no era suya, ni de su dirección, sino responsabilidad exclusiva del presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. El líder popular se siente rehén de una ofensiva de «degradación institucional que ha traspasado el umbral democrático» y de las «mentiras y trampas» del PSOE.

Por Mañueco intercedió el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, al defender a puerta cerrada que se respete su autonomía en la gestión de las negociaciones postelectorales. Mañueco abrió en un primer momento la puerta a explorar todas las posibilidades, de pactos, pero Génova se lo rectificó con el veto al gobierno de coalición con Vox. El líder gallego también pidió al partido que gestione la victoria del 13-F con humildad.

«Ahora Mañueco debe gestionar su investidura y no dejarle gestionarla sería un error». Tras la intervención de Casado hubo un turno de petición de palabra con el trasfondo del debate que se ha abierto en la organización popular respecto a la relación con Vox en este nuevo ciclo electoral, y después de que los resultados en Castilla y León, pese a la victoria, no hayan cubierto las expectativas de tener una mayoría tan amplia como ocurrió en las autonómicas de Madrid.

Horas antes, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, había abogado por el entendimiento con Vox, para garantizar la estabilidad en Castilla y León, en lugar de con el «sanchismo». «No le he dicho a ningún otro gobierno lo que tiene que hacer ni con quién tiene que pactar o no. Eso es una competencia de Castilla y León. Yo ahora mismo estoy gobernando en solitario y en libertad. Pero en caso de que haya que buscar pactos, preferiría hablar con aquellos que están en contra de los que secuestraron a Ortega Lara. Yo con el sanchismo no pactaría». Ante la Ejecutiva, Ayuso reivindicó su felicitación a Mañueco y dijo que ojalá pudiera gobernar en solitario porque los gobiernos de coalición son un infierno.

En la reunión del Comité Ejecutivo Casado se lo puso difícil a Vox hasta para abstenerse en la investidura de Mañueco por la contundencia de su crítica hacia este partido. Rechazó el bloque de ruptura que forman «los populismos a un lado y a otro», se desmarcó de los «extremos» y reivindicó el centro que ocupa su partido. Denunció una campaña «fake» en contra del PP y dijo que aspira a tener una mayoría social, no a sostenerse con equilibrios «sobre minorías radicalizadas».

También avanzó que en la negociación que se abre, no cederá en ninguno de sus principios, y, de nuevo encarándose con Vox sin mencionar a esta formación, resaltó que para el PP «la igualdad no es negociable ni la integridad autonómica ni la integración en Europa». Fue un discurso mucho más centrado en destacar lo que le separa de Vox que, como plantea Ayuso, en buscar las cuestiones programáticas que los dos partidos tienen en común para explorar el camino de la estabilidad en Castilla y León.

Casado tampoco suavizó su tono con el PSOE para facilitar la negociación de Mañueco y conseguir su abstención en su investidura. «Tenemos enfrente a un gobernante y a un partido que paga las consecuencias de la renuncia a su propia identidad».

La posición que fijó Casado alentó en el partido la idea de que la dirección está dispuesta a sostenerle el pulso a Vox hasta el final, incluso a intentar que Mañueco se presente a una investidura sin ningún acuerdo y que los demás partidos se retraten. Como informó este periódico en el cierre de la campaña electoral, en Génova creen que es mejor perder un Gobierno que una coalición con Vox que «hipoteque» a las siglas de cara a las próximas citas electorales. Esta apuesta conlleva el riesgo de que los votantes no entiendan el choque entre los dos partidos.

El perfil sociológico del votante del PP no es exactamente el mismo en todas las comunidades autónomas, pero, en general, hay preocupación por la posibilidad de que este pulso desgaste a la dirección y moleste a votantes de Vox y también del PP, que no ven con malos ojos el pacto entre las dos formaciones.

Y, sobre todo, que creen que es una mejor opción que la inestabilidad o que buscar salvar la investidura con la abstención socialista. El PP sabe que este camino del PSOE está cegado, y Génova, al menos, parece que se lo juega todo al órdago de conseguir que Vox les deje formar gobierno sin contrapartidas. En el PP dudan de que esto ocurra.