Vox

¿Y por qué votan a Vox?

Tal vez no estemos siendo capaces de colegir las razones por las que un ciudadano de perfil conservador e incluso liberal, no sospechoso de currículum fascistoide decide dar su voto a Vox

Tal vez habría que preguntarse, si los opinadores, tertulianos y analistas políticos varios vamos por un lado y la ciudadanía libre ya de miedos, ataduras, complejos y estrategias va por otro, e incluso si los primeros nos estamos arrogando un sentir de los segundos que para nada se corresponde con la realidad. Tal vez –añado–, no estemos siendo capaces de colegir las razones por las que un ciudadano o ciudadana de perfil conservador e incluso liberal, no sospechoso de currículum fascistoide decide prestar su voto a una opción como Vox. Algunas leyes de la física, como la que establece que a toda acción se opone una reacción igual y de sentido contrario explican también determinados fenómenos políticos y es que, quienes señalan con no poca carga de interés estratégico a la «bicha» de la «ultraderecha» son en realidad los mismos que, con sus políticas de pactos con otros bien contrastados y acreditados extremos están generando la lógica reacción de ciudadanos, no precisamente rancios fascistas, pero sí manifiestamente cabreados frente a una interminable sucesión de líneas rojas traspasadas, que según van surgiendo tapan y borran a la anterior.

La opinión pública –que no la publicada– no tiene memoria de pez y algunos resultados electorales terminan por acusar la onda expansiva de acontecimientos solo lejanos para las primeras páginas o aperturas de informativos. Ocurrió en los pasados comicios andaluces con la eclosión de Vox como efecto-reacción por parte de los votantes fuera de Cataluña frente a lo ocurrido durante el «procés» y podría estar también ocurriendo ahora, ante unos pactos con formaciones antisistema, grupos separatistas e incluso herederos políticos de ETA que ni siquiera han condenado la violencia, a los que se sitúa dentro de una pretendida normalidad del juego político y eso, en el ADN de un amplio sector de la sociedad, sencillamente chirría.

Vox tal vez no tenga unos muy trabajados programas electorales, ni candidatos de postín en los territorios, ni siquiera esa cintura negociadora que da la experiencia de gobierno, pero sí dispone –reconozcámoslo– de un argumentario claro –como todos los populismos– a la hora de recoger el malestar frente a determinadas políticas marcadas por el protagonismo de otros extremos. Ejemplo: durante la campaña castellanoleonesa, mientras pretendían cantarse por cada esquina las excelencias de la subida en el salario mínimo o los mil millones habilitados en Consejo de Ministros para ayudas a la ganadería, nadie parecía reparar en el impacto de otras «vueltas de tuerca» como el destape de los compadreos entre interior y presos etarras. ¿Y todavía se preguntan por qué crecen los flautistas de Hamelin? Acción-reacción.