Vicente Vallés

¿Quién puede frenar a Putin?

Los siloviki son leales a Putin, pero también conocen la verdadera situación de la guerra y de Rusia

La pregunta recorre las capitales de Occidente, y encontrar la respuesta obsesiona a los responsables de adoptar las decisiones en estos terribles días de guerra en Ucrania.

Sin duda, la resistencia de los ucranianos ha supuesto una ralentización de los planes que había elaborado el tirano del Kremlin. Pero los expertos no ven factible que el ejército de Ucrania y los voluntarios que se unan vayan a detener a las fuerzas rusas durante mucho tiempo. Algunos analistas vuelven sus ojos hacia los oligarcas que se han enriquecido en las últimas dos décadas a la sombra de Putin. Las sanciones económicas impuestas por Occidente son tan intensas que estos megamillonarios verían peligrar su desahogado nivel de vida. Quizá hayan llegado a sentir más amor por su dinero que por quien les permitió acumularlo. Pero eso no asegura que alguno de ellos tenga la determinación de salvar su posición y, de paso, poner fin a este desastre mediante el método de sacar del poder a Putin abruptamente. Para conseguirlo, no es suficiente con el dinero.

Por eso, hay kremlinólogos –aún sobrevive esta figura, desde los tiempos de la Unión Soviética– que centran su interés en otro sector de hombres poderosos en el círculo más cercano a Putin: los llamados siloviki. Esta palabra rusa define a los altos cargos políticos del poder ruso, nombrados por el presidente, muchos de ellos amigos personales del líder, y que, como él, fueron agentes del KGB o, en su defecto, antiguos mandos del Ejército ruso o de sus fuerzas de seguridad.

Los siloviki son leales a Putin, pero también conocen la verdadera situación de la guerra y de Rusia. Y son quienes sabrán, antes que nadie, si esta crisis está llegando a un límite para el sostenimiento de su propio poder, de su seguridad jurídica a medio plazo –algunos temen acabar delante del Tribunal de Derechos Humanos de La Haya, acusados de crímenes de guerra– y si está en riesgo la existencia de Rusia tal y como la conocemos. Esperanzas no hay muchas. Pero no sería la primera vez que en Rusia se resuelven de esa forma problemas como este.