Guerra en Ucrania
Geopolítica de Putin con Puigdemont
La invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Putin, vuelve a poner de actualidad hechos sucedidos en nuestro reciente pasado de la mano de responsables del Procés separatista catalán afines al presidente ruso. La contradicción alcanza también al Parlament presidido por la entusiasta Laura Borràs, que hace pocas fechas reivindicaba la memoria de las brujas por considerar que su mala fama era una muestra más del machismo heteropatriarcal y supremacista. Ahora, en justa correspondencia a ese apoyo mutuo entre Putin y Puigdemont, un centenar de brujas rusas han efectuado públicamente en Moscú un exorcismo colectivo liberador de maldiciones al jerarca ruso que, de momento, no consta incluya al catalán. De entre lo mucho conocido de ese socorro mutuo buscado por los seguidores de Puigdemont, está un encuentro mantenido en un conocido hotel de Ginebra el 27 de junio de 2019 entre el propio Puigdemont acompañado de Alay –un conocido alto cargo de la Generalitat de su absoluta confianza– con un magnate ruso, un tal Yury Emelin, especializado en el negocio de las criptomonedas. El encuentro queda inmortalizado en unas fotografías que han superado los no pocos obstáculos para hacerlas desaparecer, y ratifica unas auténticas «amistades peligrosas» entre los postconvergentes de JuntsxCat y el Kremlin. Pocas fechas después, en octubre de ese mismo año 2019, se hacía pública la sentencia del Tribunal Supremo con las condenas a los responsables políticos del Procés, y se activaba el «tsunami democrátic» en forma de manifestaciones y algaradas de todo tipo y curiosas relaciones financieras con una plataforma especializada en la materia, y también vinculada a ese entorno moscovita. Estas amistades han llevado a que los republicanos, muy críticos con esta relación –tan documentada que está siendo investigada en un juzgado de Barcelona– hayan provocado un terremoto en el mundo secesionista, con ERC criticándola públicamente por medio de su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián. Lo ha hecho en unos términos tan duros que pone en riesgo la estabilidad del Govern, lo que le ha llevado a disculparse –muy significativamente– por las formas, que no por su contenido. En la trastienda subyace el deseo de los republicanos de cambiar de socio de coalición de gobierno, apuntando hacia los Comunes de Colau, con el PSC de aliado parlamentario, en una fórmula de nuevo Tripartito como el de Maragall y réplica del actual Gobierno de Sánchez. En estos momentos en los que Rusia quiere asegurar su salida al Mar Negro como única vía de acceso a aguas «cálidas» por el Mediterráneo, se entiende mejor el interés del Kremlin por tener una base naval en el otro extremo del Mare Nostrum. Es geopolítica de Putin con la Cataluña secesionista de Puigdemont.
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