Partido Popular

«Ni tutelas, ni tu tías»

Por estas fechas de 1990, Sevilla albergó el Congreso que formalizaría la sucesión de Fraga al frente del nuevo PP refundado por él en el Congreso del año anterior. Si éste fue el Congreso de la refundación, aquél fue el de la sucesión, y pasaría a la historia del PP como el de «ni tutelas, ni tu tías», en alusión a la frase pronunciada por D. Manuel, mientras rasgaba públicamente el escrito en el que Aznar ponía –sin fecha– su cargo de Presidente a su disposición, como presidente fundador y virtual líder indiscutible hasta ese momento.

Previamente a ese acto, Aznar como candidato «in pectore» a la sucesión, lideró la candidatura popular en las elecciones generales de noviembre de 1989, superando por uno con el escaño 107 el «techo de Fraga», tras quedar Marcelino Oreja por debajo de las expectativas como cabeza de cartel en las europeas de ese mismo año, y fuera de la carrera.

Hoy, y también en Sevilla, se clausura el XX Congreso del PP que ha encumbrado a Alberto Núñez Feijóo como nuevo líder de la formación, tras la transición que ha significado la etapa de Casado sucediendo a Rajoy. Las circunstancias que han rodeado el proceso encuentran similitudes con la etapa del entonces joven abogado del Estado Antonio Hernández Mancha, que sucedió a Fraga tras su renuncia en diciembre de 1986. En aquel Congreso derrotó netamente a los barones del momento liderados por Herrero de Miñón con Aznar como compañero del ticket de la candidatura, aunque no tuvo ni una sola oportunidad de ser aspirante a la presidencia del Gobierno, frente a las dos que ha tenido Casado.

Ahora con Feijóo al frente, el PP tiene la responsabilidad y la oportunidad de hacer que lo necesario –la alternativa a Sánchez– sea posible. Con Vox a su derecha con un electorado muy fiel, no parece realista marcar como objetivo convertir al PP en la casa común del centroderecha, como lo fue durante treinta años tras su refundación, sino en hacer realidad la alternativa al sanchismo, que no es lo mismo que llegar al Ejecutivo. La experiencia de Feijóo al frente de la Xunta, su talante moderado y sentido común, son muy buenas credenciales para un buen gobierno, del partido primero y de España después. Para ello, deberá conseguir normalizar la relación con Vox, eliminando la sumisión a la corrección política impuesta por el sanchismo, y definir una posición clara en cuestiones que son claves para un sector no menor de su potencial electorado. Es el humanismo cristiano en la defensa de la vida, la familia y la educación.