Opinión

Las alegres comadres

Da gusto ver a las alegres comadres de la bancada azul en las sesiones del Congreso de Diputados todas juntitas, con sus modelitos low cost, con sus peinados ora pelo frito, como María Jesú, ora encrespado, como Nadia Calviño; todas cuchicheando entre ellas, marujeando y atendiendo las órdenes de su jefe político, que las derrite con su sonrisa limitada por un excesivo bótox. Una pena y una vergüenza, siendo que son la representación del feminismo patrio. Ni que decir también del descaro de Sánchez, preparado el ascenso a fiscal de Sala de Lola Delgado cuando se retire de fiscal general del Estado, pese a la negativa de sus socios de gobierno, los morados podemitas, y pese a que también la Eurocámara ve lesiva esta operación para la imagen de imparcialidad de la Fiscalía General de tal forma que ha solicitado que se incluya entre las advertencias del próximo “informe sobre el Estado de derecho en España”. Así están las cosas del nepotismo a que nos tiene acostumbrado el actual gobierno, igual que esa trabajadora de UGT, denunciada por desviar dos millones para su marido y unas amigas. Ya saben, actuaciones típicas de la izquierda –y a veces de la derecha-, pero estoy con Marcuse en su teoría social crítica cuando propone considerar a toda “acción, sistema de acciones, o producto cultural de los hombres, como una coyuntura pasajera, siempre en transición hacia otra forma cualitativamente diferente y presumiblemente mejor a lo que es en la actualidad”, una manera como cualquier otra de estimar que no se consuela quien no quiere y para no tirarse por un barranco en la desesperación que nos sume la actualidad política del país. Entretanto no anima mucho la cuadrilla que va desvelando el gallego Feijóo, que no refresca un ambiente que necesita ese soplo de esperanza. Pons, Rojas, Maillo, Gamarra y un tal Bendodo, consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía. Con estos mimbres de pereza no haremos un cesto de Chanel precisamente, que haga remontar las encuestas al partido de la oposición. Vieja guardia, no demasiado competente, con Cuca como secretaria general oliendo todavía a Casado. Eso es no currarse el equipo, amigo mío. Deja ya el queso de tetilla y vente a la capital a dejarte los cuernos en sacar una mayoría absoluta, que es lo mínimo que esperan de ti unos votantes entre ansiosos y dubitativos. No olvides que la tentación del voto a Vox la tienes sobrevolando tu cabeza.

Y hablando de tetillas, el otro día en el programa de Luis Herrero, oí al muy querido Luis Alberto de Cuenca proponer una canción a media tarde que resultó ser la de Rigoberta Bandini que habla del miedo a las tetas. Sé que voy con retraso, pero nunca la había oído, si bien la polémica que destapó no me fue ajena. Incluso Irene Montero abanderó la frase central de la canción y la hizo suya, pero me choca que un intelectual como mi amigo Luis Alberto haya ofrecido a los oyentes la pintoresca cancioncilla. Será que le hace gracia lo de las peras o que la música no era del todo mala.

CODA. El párroco de Chernóbil dice que Putin está endemoniado. Considera que “la guerra es un castigo divino,” que lo es, y que el “pueblo ruso se halla cegado por sus políticos y por eso no se opone a la invasión”. Padre, póngase manos a la obra y exocice al diablo rubio antes de que esa feria de bombas y misiles acabe con un pueblo tan noble como el ucraniano.