Ucrania

La guerra como un partido de fútbol

«Zelenski y los suyos se defienden como pueden, pero, sobre todo, como deben»

La invasión de Ucrania ha provocado, como es normal, un gran interés mediático. Es algo lógico en estos tiempos de sobresaturación informativa, aunque en algunos casos sea más bien epidérmica. Las redes son una inmensa autopista donde fluye la información y la desinformación con una celeridad vertiginosa. Es prácticamente imposible profundizar en nada, algo que me alegro, porque es una gran oportunidad para los medios de comunicación tradicionales, que somos los más potentes también digitalmente, ya que ordenamos y organizamos las noticias con seriedad y rigor. No es posible estar bien informado saltando de forma desordenada de una plataforma o una noticia a otra en base a un titular que llame la atención. Esta guerra es fascinante en este terreno, porque en el resto es espantosa y repugnante. Hay momentos en que parece que se retransmita como si fuera un partido de fútbol, aunque, por supuesto, a favor de los ucranianos. Hace no demasiado tiempo, las noticias que surgían sobre este país estaban vinculadas, desgraciadamente, a la corrupción, la ciberdelincuencia, la violencia, las mafias y otros comportamientos o tráficos de carácter delictivo. Era injusto, pero es cierto que las informaciones negativas interesan más que las positivas.

Una guerra no es un partido de fútbol. El ruido de las armas y la destrucción resultan sobrecogedores. Nada que ver con las películas y series de televisión. Desde pequeño siempre me han impactado las imágenes del Holocausto y la indiferencia de los nazis por la vida humana. Los cadáveres destrozados en las trincheras de la Primera y Segunda Guerra Mundial me producen una tristeza infinita. Las atrocidades japonesas en China, Corea y otros países del Pacífico me hacen dudar de la superioridad del hombre sobre el resto de seres vivos del planeta. La lista es interminable. Es el primer conflicto bélico que se retransmite en directo, porque la población ucraniana contraria a los rusos se ha transformado en una legión de “periodistas” ciudadanos que utilizan los móviles para inundar las redes de información, propaganda y fake news. Es algo lógico en una guerra donde Zelenski y los suyos se defienden como pueden, pero, sobre todo, como deben. Estamos ante una guerra, que es la expresión más inhumana de la condición humana, pero que ha sido consustancial a nuestra existencia.