Tomás Gómez

La mortaja de Yolanda Díaz

El frente de izquierdas ha quedado tocado en Andalucía. Da igual si, finalmente, participan miembros de Podemos o no, porque lo que se ha generado es una crisis reputacional.

Hace tiempo que la dirección de Podemos ha decidido que Yolanda Díaz no debe llegar a las elecciones generales y lo que ha ocurrido estos días no es un aviso, sino el primer movimiento estratégico de alcance.

Desde que dejó la política, Iglesias no encuentra su lugar en el mundo. Ante la imposibilidad de participar en el día a día, había diseñado un plan que le permitiría seguir manejando los hilos de la organización y la acción de gobierno de los ministros morados en la coalición.

Con IU rendida a Podemos, dividió el poder entre lo orgánico, con Belarra y Montero al frente, y la candidatura a la presidencia del gobierno. En aquél momento, las perspectivas electorales eran poco alentadoras y Díaz una incógnita.

Pero la vicepresidenta ha dedicado más esfuerzo a su imagen pública que a la gestión, prueba evidente de ello es la sobrecarga de personas que controlan la política de comunicación de su ministerio. Ha conseguido, frente al desgaste de Sánchez, emerger como un mirlo blanco en la izquierda.

Sin embargo, estar bien valorado no es suficiente en una organización política que puede dañar irreparablemente la imagen de sus miembros si lo decide. Fiarlo todo a las encuestas es un ejercicio de ingenuidad.

Los morados nunca la han considerado una de las suyas, proviene de una cultura política distinta y su militancia comunista chirría con el mestizaje anarquista y populista en el que ha crecido Podemos.

Iniciativas como el famoso acto con Mónica García y Oltra en Valencia, sentó mal al núcleo duro podemista que profesa el odio a Errejón a modo de religión, y terminó arrancando los motores de una maquinaria que tenía como objetivo descabalgarla de la candidatura.

La única posibilidad que tiene Díaz es que Sánchez adelante las elecciones, asunto del que huye el líder socialista como del aceite hirviendo y que depende de ERC. Está por ver si la cesión a los independentistas de la cabeza de paz Esteban al frente del CNI y su inclusión en la comisión de secretos oficiales son suficientes para mantener el apoyo parlamentario. Si lo consigue, las expectativas de Díaz son malas: en esa circunstancia, o no es candidata o su resultado será históricamente malo.

Andalucía podría ser la mortaja de Díaz.