Política

Oltra o la ética de la izquierda

«La excusa de que todo es culpa de la extrema derecha es la estrategia habitual de los comunistas y los antisistema»

No esperaba que dimitiera. La realidad es que las representantes de la «nueva política» tienen todo lo malo de la vieja, pero también de la nueva. Oltra se aferra al sillón y se mantendrá en el cargo a pesar de la imputación. No le importa la imagen del gobierno valenciano o el espectáculo que está ofreciendo Compromís, porque quiere seguir siendo vicepresidenta y portavoz. Por supuesto, la coherencia y la ética son conceptos irrelevantes. Lo que exigía iracunda a sus rivales políticos no se lo aplica para sí misma. Es bueno recordar cuando atacaba a Paco Camps, aunque fue totalmente exonerado a pesar de sufrir una de las mayores cacerías políticas y periodísticas de las últimas décadas. Es un insulto a la inteligencia que Oltra negara esa realidad en la rueda de prensa y asegurara que «cualquier comparación con la moral corrupta del PP es odiosa». Lo que es repugnante es lo que hacía su exmarido. A diferencia de lo que ella ha hecho siempre contra sus rivales políticos, respeto su presunción de inocencia, pero lo que se dirime es diferente porque su empecinamiento causa un enorme desgaste a la institución.

La excusa de que todo es culpa de la extrema derecha es la estrategia habitual de los comunistas y los antisistema. Por tanto, no me causa ninguna sorpresa. La mejor para sus rivales es que siga en el cargo, porque alarga su agonía política. Ahora ya no importa el resultado final y ha perdido la oportunidad de ofrecer un ejemplo ético. Es decir, considerándose inocente podía asumir ese gesto por el bien de la institución y dedicarse a su defensa. No quiere hacerlo y prefiere que la política valenciana se llene de barro. El papel de Ximo Puig es ciertamente muy incómodo, porque una cosa es lo que tiene que hacer o decir en público y otra diametralmente opuesta es lo que le gustaría hacer para acabar con esta crisis tan sórdida. Lo que sucede refleja una determinada forma de hacer política. La progresiva devaluación que hemos vivido con la profesionalización de esta actividad hace que mucha gente no tenga otra alternativa que seguir aferrada al cargo, porque la opción de volver a la vida privada significa un gran retroceso económico. Nada que ver con lo que sucedía hace no demasiado tiempo.