Opinión

Las naves quemadas de Sánchez

Parece ser que Sánchez quiere reunirse con Aragonès en el mes de julio. La excusa es convocar la mesa de diálogo para impulsar la lengua catalana, pero lo que quiere, en realidad, es otra cosa.

Después del fiasco andaluz, ha dejado claro que piensa resistir hasta el final de legislatura, pero necesita unos nuevos presupuestos que deberían ser aprobados antes de final de año.

El encargado de romper el hielo ha sido Bolaños, convertido en el «ungüento amarillo que todo lo cura» de Sánchez. Ya se ha reunido con Vilagrá para acordar los términos del encuentro, pero han cambiado mucho las cosas desde la negociación de los indultos a los condenados del «procés».

En aquel tiempo, a Esquerra le interesaba una buena relación con Sánchez porque les permitía avanzar en una dirección matizada respecto a lo que había sido la etapa Puigdemont y, además, dar estabilidad al gobierno de coalición les colocaba en la centralidad de la política nacional.

Ahora es diferente, dan por amortizado a Sánchez y, por seguro, que el ciclo político ha cambiado. Creen que la rentabilidad de apoyar al PSOE en el Parlamento es pequeña, más allá de seguir negando las tesis de Junts en la pugna que sigue abierta dentro del independentismo catalán.

Saben que Sánchez echará el resto para lograr su voto, y le van a exprimir como un limón hasta que eche la última gota de jugo. ERC se siente fuerte después del episodio Pegasus, aun sin resolver. Adoptaron el papel de víctimas airadas y consiguieron doblar el brazo al Gobierno, provocando un auténtico terremoto en el CNI.

La cosa es mala por partida doble para los candidatos socialistas que se presentarán a las elecciones municipales y autonómicas. Sufrirán en sus carnes el rechazo a Sánchez que está convencido de que el electorado se desahogará con ellos y él llegará en un ambiente menos hostil a las generales.

Sin embargo, esta puede ser la gota que colme el vaso. La fractura con los votantes socialistas de Andalucía y Madrid ha venido, en gran medida, por la idea de que Sánchez se ha abandonado a los brazos del independentismo. Un nuevo y agónico acuerdo con ellos, lo certificaría sin margen de error.

El líder socialista está dispuesto a quemar todas las naves para seguir cuatro más residiendo el Consejo de Ministros. En este caso, las naves no son suyas, sino de otros, pero le da igual.