Opinión
Nadie es profeta en su tierra
La inflación ha dinamitado todas las previsiones alcanzando una cifra difícil de soportar por la economía y por la sociedad, más del 10% de crecimiento interanual, el peor dato desde 1985.
La respuesta del Banco Central Europeo no se va a hacer esperar, subirá los tipos de interés y la caída en el consumo y la inversión nos llevarán de cabeza a una nueva crisis.
Las medidas del gobierno poco han hecho, la subvención a la gasolina ha sido prácticamente absorbida por la subida del precio del carburante y la bajada del IVA al consumo eléctrico llega tarde.
La subida de precios desencadenará conflictividad laboral, en un tira y afloja entre patronal y sindicatos y el gobierno tendrá que hacer recortes porque la subida de tipos de interés disparará las obligaciones de pago de la deuda pública.
Por si fuera poco, la guerra de Ucrania está mutando en una nueva guerra fría en la que el actor principal no será Rusia, maltrecha económica y militarmente, sino China, poderosa en los dos sentidos y gran rival de EEUU en la lucha por la hegemonía política y económica mundial.
En Moncloa están satisfechos por el desarrollo de la cumbre. A nivel organizativo, todo ha salido bien, no ha habido sobresaltos de seguridad y las instituciones han desempeñado a la perfección su papel.
Tampoco ha deslucido la cita ninguna metedura de pata. En el último encuentro, Trump se dedicó a humillar a sus socios, la imagen suya dando codazos en la foto oficial, valía mas que mil palabras. En esta ocasión, todos se están esforzando por transmitir unidad.
Los recados a Rusia y China y el rearme militar transpiran tensión y polarización. Malas noticias para la prosperidad económica y la paz.
Pedro Sánchez corre el riesgo de confundir su percepción personal con la realidad. Está siendo protagonista entre las principales potencias y eso da alas a su ego haciéndole sentir más fuerte que sus adversarios en la política doméstica.
Sin embargo, las cosas son bien distintas. Los españoles están viviendo con cierta distancia la cumbre, ha despertado más interés el vestuario de la primera dama estadounidense o el menú de José Andrés que las cuestiones de fondo.
Todo pasa rápido y la semana que viene las cosas serán diferentes, Sánchez se sentará en la mesa con sus socios de gobierno en pie de guerra y con un problema económico de primer orden. Nadie es profeta en su tierra.
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