Política exterior

Un portaaviones de Estados Unidos

«No conseguimos que los gobernantes americanos nos tengan en cuenta para casi nada que no sea el aspecto militar»

Uno de los efectos positivos que ha tenido la cumbre de la OTAN en Madrid es que ha permitido que el presidente Pedro Sánchez encontrara una vía para recuperar la relación con Estados Unidos. José Luis Rodríguez Zapatero había cortocircuitado esa relación deliberadamente porque en aquel momento (preguerra de Irak, guerra de Irak y postguerra de Irak) le resultaba extraordinariamente beneficioso en términos electorales, ante el antiamericanismo efervescente de la época. Rajoy hizo algún intento por devolver la situación a la normalidad, pero la presidencia de Donald Trump no facilitaba que nadie quisiera frecuentar demasiado al ocupante de la Casa Blanca. Con la victoria de Joe Biden, Sánchez sí llevaba tiempo tratando de conseguir algo más que una foto en un pasillo, y en la cumbre de la OTAN ha alcanzado su objetivo. Por tanto, España vuelve a estar en el radar de Washington. Y, sin embargo, no conseguimos que los gobernantes americanos nos tengan en cuenta para casi nada que no sea el aspecto militar.

Antes de la visita de Biden la semana pasada, el último presidente de Estados Unidos que nos había visitado era Obama, en 2016. Lo hizo en tiempos de Rajoy. Estaba previsto que pasara aquí tres días. Finalmente, por distintas circunstancias, apenas estuvo unas horas. Y, ¿a qué dedicó esas horas? Salvando las reuniones de rigor con el rey y con el presidente del Gobierno, Obama visitó la base naval de Rota. Antes, en 2010, Obama envió a su vicepresidente Joe Biden a España. ¿Qué visitó? El cuartel de la Brigada Paracaidista. Y, ¿qué ha pedido ahora Biden a Sánchez? Que se permita a Estados Unidos tener en Rota seis destructores en lugar de los cuatro actuales.

Algún diplomático con horas de vuelo y colmillo retorcido suele decir que Estados Unidos ve a España como su portaaviones a las puertas del Mediterráneo. Por desgracia, esa descripción se acerca bastante a la realidad, si revisamos la historia. Quizá sea lo que se puede esperar, aunque podría y debería ser más, si se tiene en cuenta la fortaleza de la lengua española en aquel país, y la intensa relación comercial entre ambos.