Opinión

Lastra, sin pena ni gloria

Adriana Lastra no nació con el don de la oportunidad. Durante su etapa como portavoz del PSOE, digamos que no ha brillado por sus argumentarios políticos. Un buen ejemplo es la justificación que dio a la victoria del PP en Andalucía o la que ha dado a su salida de la política, cuando lo que ocurre es que Sánchez la quiere fuera. Al final se fue sin pena ni gloria.

El líder socialista se ha ido deshaciendo de todo el grupo que le apoyó cuando recuperó la Secretaría General del partido. No es que sean todos tan incapaces que Sánchez se vea obligado a cesarlos o a echarlos, más bien, lo que pasa es que es demasiado individualista para creer en los equipos y los demás siempre le terminan estorbando.

Lastra sobraba en Ferraz. Sánchez se ha agarrado a los resultados en Andalucía como excusa de la crisis, pero suele sacar rentabilidad de lo adverso y esta vez no es una excepción. Lo que quiere Sánchez es lo de otras veces, apuntar hacia otros cuando las cosas van mal, para que nadie le responsabilice a él. Es muy probable que la operación solo haya empezado y que, los que algunos medios han titulado como una victoria de Santos Cerdan, no sea tal y que, el hoy secretario de organización también reciba la carta de despido.

Esto es una intervención con bisturí en la ejecutiva. Se perfila como hombre fuerte Antonio Hernando, eficiente, listo, ordenado y criado a los pechos de Pepe Blanco y Rubalcaba. Es posible que la mala situación del PSOE haya empujado a Sánchez a perdonarle que estuviese con Susana Díaz en las primarias.

Sánchez nos dejó una pista hace días. Una foto en una entrevista en las que se dejaba ver con Hernando. Fue un aviso interno, es la manera en que le gusta jugar al líder.

Pero el nuevo equipo tiene fecha de caducidad porque las cosas no van a mejorar, e incluso, pueden empeorar. El problema es Sánchez y eso no lo puede recuperar ni una dirección ni un partido entero.

Después de haber acabado con todos los sanchistas, nombrará nuevos equipos que tampoco le servirán, hasta quedarse solo. Hay líderes a los que les votan los que no les conocen y otros que son votados por los que sí les conocen. No es muy difícil adivinar a qué tipo de liderazgo pertenece Sánchez.