PSOE

Memoria a la carta

Era la constitución de una comisión de seguimiento a posibles vulneraciones de derechos humanos hasta el año 83 lo que realmente ha colmado todos los vasos

He tenido oportunidad en estas jornadas estivales de asistir casualmente a alguna charla pública relacionada con lo que pretende solventar la necesaria, pero muy mal planteada por revanchista y anti histórica ley de memoria y en efecto, si se pretendía confundir al personal, dese luego que se ha conseguido. «No me suena bien» apuntaba el ex presidente del Gobierno Felipe González preguntado el mes pasado a propósito de una ley de «memoria democrática» que se aprobaba casi tan de tapadillo como el acuerdo entre socialistas y Bildu. La norma salía adelante cuando aún sonaban los ecos del debate sobre el estado de la Nación finalizado el mismo día y la entente entre el partido del Gobierno y la formación de Arnaldo Otegui se concretaba poco antes, cuando las miradas estaban puestas en el descenso del presidente Biden por las escalerillas del «air force one» a su llegada a Madrid para participar en la cumbre de la Alianza Atlántica. Los reparos de González plenamente justificados han sido secundados en lo que llevamos de verano por no pocos veteranos dirigentes, tanto socialistas como del centro derecha que en aquellos terribles años ochenta tuvieron que lidiar desde el poder con el plomo de ETA siendo en muchos casos testigos de cómo la banda terrorista se llevaba por delante a inocentes de cualquier extracción social, incluidos dirigentes de la antigua UCD y del propio partido socialista.

La ley aprobada el pasado mes prácticamente no está teniendo aplicación en esta primera etapa estival y en efecto su seguimiento de acontecimientos ligados a la las décadas anteriores a la etapa democrática solo llega hasta el año 78 –«solo»– y poniendo en cuestión de entrada algunos de los fundamentos de la Transición, ya saben, ese «régimen» que la extrema izquierda y el mundo abertzale sitúan como heredero del franquismo, pero era la constitución de una comisión de seguimiento a posibles vulneraciones de derechos humanos hasta el año 83 lo que realmente ha colmado todos los vasos, empezando por poner en entredicho acciones solventadas en tribunales ya democráticos como la creación de los famosos grupos antiterroristas de liberación –GAL– en lo más parecido a la asunción por parte de los socialistas actuales de aquella barriobajera acusación formulada en su día por el ex líder podemita Pablo Iglesias a propósito de la «cal viva» respecto a la figura de Felipe González. La parte buena es que esto ya no da votos, la mala es ese repugnante batiburrillo que cofunde a víctimas y verdugos.