Opinión

Gobierno socialista bolivariano

Para Sánchez resulta «intrascendente» la polémica desatada por los socios de su Gobierno y sus aliados parlamentarios por no someterse el Rey a rendir pleitesía a una espada que si de algo es símbolo –no oficial, en ningún caso– es del bolivarismo político.

Por desgracia, para España el tema sí es importante, ya que los defensores de la espada de Bolívar están en el Gobierno, y esa ideología está basada en un mix entre la Leyenda Negra y el comunismo promovido por el Foro de Puebla, sucesor del de São Paulo. Recordemos que éste fue creado para enmascarar a los gobiernos comunistas en Iberoamérica que no gozaban precisamente de especial aceptación popular tras el desmoronamiento del Muro de Berlín y de la misma Unión Soviética, donde el comunismo tomó vida tras la Revolución bolchevique de 1917.

La Leyenda Negra ya ha sido esclarecida para los que buscan la verdad histórica y no la historia falsaria al servicio de ideologías populistas de ultraizquierda como el actual bolivarismo, entre otras que, como cantan sus defensores, «camina con la espada», en realidad espadón, de Simón Bolívar como símbolo «por América Latina»: Venezuela, Colombia, Chile, Perú, Bolivia, Nicaragua… y la colaboración especial de AMLO en México.

Todo lo que sucede entre nosotros se entiende mejor cuando comprobamos las desaforadas reacciones contra el gesto del Rey –que le honra– por parte de los amigos de Sánchez que le auparon a La Moncloa con 84 diputados y le mantienen para servir a sus intereses antiespañoles. A sus socios separatistas les atrae la figura de Simón Bolívar por ser un traidor a su patria que lideró un «procés» exitoso para la antiespaña. A los podemitas bolivarianos les fascina por obvias razones de comilitancia. El sanchismo político es la síntesis de esa combinación, con el Partido Sanchista de aglutinante de unos y otros.

Por ello, ya no sorprende que Sánchez califique la polémica como «intrascendente» por ser un debate muy contrario a sus intereses, que no son los generales ni nacionales, y esta controversia ha retratado lo que él aglutina y representa en España. El odio a la Monarquía y a Felipe VI evidencian que la Corona es la clave de bóveda que sustenta nuestra arquitectura constitucional, y que es considerada el enemigo a batir para conseguir sus objetivos. Saben que la alternativa sería una Tercera República, síntesis de las dos fracasadas y tenebrosas precedentes, ahora «multinacional y bolivariana», en la que todos ellos sueñan podrían destruir España como desean.

Que sigan con sus pesadillas porque los patriotas españoles son cada vez más. Y no se rinden fácilmente.