Opinión

Maximiliano Kolbe: «mártir de la caridad» en Auschwitz

El 14 de agosto de 1941, moría de hambre y rematado por una inyección letal en una celda de castigo del campo de Auswicht allí trasladado por la Gestapo, el religioso franciscano Maximiano María Kolbe, al ofrecer su vida a cambio de la de un compatriota. Era un sargento polaco cabeza de familia con varios hijos, y uno de los diez elegidos para ser ejecutados en el sorteo de diezmados por la fuga de un preso del campo. Kolbe era un gran devoto de la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción; misionero en Japón, y un auténtico periodista católico partidario de usar las nuevas tecnologías del momento para ello. En 1922 promovió una revista mensual, «El caballero de la Inmaculada», con una tirada inicial de 500 ejemplares y que en 1939 alcanzó el millón, así como una emisora radiofónica. En 1917 fundó la «Milicia de la Inmaculada” agrupación de laicos para acercar a Jesucristo a través de Ella en especial a «todos los pecadores, herejes, y masones». Le dedicó a la Inmaculada varias «Ciudades» en Polonia y en Japón, recintos dotados, entre otros, de medios para publicitar y difundir por el mundo su devoción. Conocedor del milagro de la conversión instantánea del judío Alfonso M. de Ratisbona por intercesión Suya en Sant’Andrea delle Fratte de Roma, el 20 de enero de 1842, quiso celebrar en ese mismo templo su primera misa en 1918, y sus bustos enmarcan a ambos lados de la capilla esos acontecimientos sucedidos en ese «altare privigeliatum». El testimonio de ofrecer su vida por un prójimo al que ni siquiera conocía, que sollozaba por su desgracia recordando a su familia, hizo realidad en él la máxima evangélica de que «no hay amor más grande que el que ofrece su vida por la de su hermano». Beatificado por San Pablo VI en 1971, le canonizó su compatriota San Juan Pablo II, en 1982. Fue el 10 de octubre ante una abarrotada y expectante Plaza de San Pedro que se desbordó de entusiasmo al ver aparecer al Papa con casulla roja, confirmando que era reconocido como Santo y «mártir de la caridad». Provoca intensa emoción visitar en Auschwitz la celda donde murió de hambre, con un gran cirio pascual en su interior colocado por el Papa cuando estuvo orando allí. Precisamente Karol Wojtyla había nacido en Katowice, una localidad muy cercana al campo de concentración, cuando era un cuartel militar del ejército polaco. Quien salvó la vida por el amor de San Maximiliano asistió en primera fila, a las ceremonias de su beatificación y canonización en Roma. Falleció en 1995.