Lady Di

Lady Di

Una señora que pretendió hacer de su vida un culebrón y a la que nombraron Santa Súbita: tenía cara de niña buena y las lágrimas gordas de una anoréxica. Un sudario perfecto

No existe un fantasma tan vivo en el imaginario occidental como lady Di, de forma que parecería que está viva, juraríamos que la otra noche pusieron una entrevista en exclusiva con ella, si no fuera porque existe un certificado de defunción que ha pasado a la historia de la Literatura. Fue un mes de agosto, cuando aún perseguíamos calores como colegiales, cuando su coche se estrelló en el Puente del Alma de París. Necesitamos de difuntos bellos que nos guíen por la senda de la muerte. Para eso nació lady Di. Cuando ella misma ya había encontrado la razón de su existencia era demasiado tarde. En estos días, las revistas sacan trozos de carne como en el mostrador de una charcutería. Este año se lleva más el muslo de Anabel Pantoja que la pechuga. Lady Di también fue un pedazo de carne cundo se enseñoreaba en las fotos y le hacía morritos a la propia Reina de Inglaterra, que era la que estaba programada para morir pero que esquivó el destino, hasta hoy que parece un holograma más que su exnuera. Dentro de pocos días las mismas revistas y los mismos periódicos «celebrarán» que hace 25 años, una época, esta tan boba que vivimos, creó un mito que la representa. Una señora que pretendió hacer de su vida un culebrón y a la que nombraron Santa Súbita: tenía cara de niña buena y las lágrimas gordas de una anoréxica. Un sudario perfecto.

Los de la generación Ya no recuerdan quién fue James Dean y saben de la existencia de Marilyn porque ha sido tantas veces resucitada que se han preguntado cómo se consigue ese rubio tan perfecto. Es bueno que los muertos se renueven.

Lady Di fue una celebrity que al no llegar a ser reina intentó montar un cuento para ella sola en el que decidía qué príncipe la despertaría por las mañanas después de haber retozado entre sus sábanas. El personaje es tan hueco que han rehecho su vida los guionistas de unas películas que no han obtenido el éxito esperado. Y es que, por mucho que hurgaran, tras la cara de boba solo estaban los vómitos.