Política

Un debate soporífero

«Sánchez sigue su estrategia de despreciar las propuestas de su oponente»

Espero que nadie se moleste porque constate una realidad. El debate celebrado en el Senado aburría hasta las ovejas. Fue un cara a cara que transcurrió según lo previsto y solo emocionó a las respectivas bancadas que siguieron la tradición de aplaudir y animar con el fervor habitual de este tipo de actos. La política parlamentaria española es rígida e inflexible. Los escaños se deben al partido y, por tanto, el líder lo hace todo bien. Lo único interesante fue la pelea entre el inquilino de La Moncloa y el aspirante, que fue todo lo dura que cabía esperar a pocos meses de un ciclo electoral que se presenta muy desfavorable para la izquierda. Lo más «heroico» fue escuchar a los aliados de Sánchez y me entristece que el gobierno de mi país dependa de unos grupos tan poco recomendables. Ni siquiera le gusta a quien se beneficia de sus votos. En otras ocasiones he escrito, y quiero insistir en ello, que mi rechazo no reside en que gobierne el PSOE, sino en que se tenga que apoyar en comunistas, antisistema, independentistas y los herederos de ETA.

El nivel de esos senadores produce vergüenza ajena y no son, desde luego, herederos de los oradores que antaño se paseaban por los pasillos del Senado y desde la tribuna defendían sus ideas. La izquierda mediática y política dará como ganador, por goleada a Sánchez, y la derecha a Feijóo. Muy pocos españoles hicieron el sacrificio de seguir el debate y se informarán por los medios de comunicación. Por tanto, el único interés era lo que diga el «cuarto poder». El debate no podía llegar a buen puerto por dos razones objetivas. La primera es que se acercan unas elecciones que condicionan a todos los partidos. El otro aspecto es bastante obvio, aunque la izquierda mediática tiende a olvidarlo, y es que Sánchez depende de un conjunto de formaciones que son incompatibles con el PP. En el aspecto más formal, ambos mostraron que son buenos parlamentarios, aunque el presidente contó con la ventaja de disponer de todo el tiempo que quiso. Son las reglas del juego y hemos de aceptarlas. Finalmente, Sánchez sigue su estrategia de despreciar las propuestas de su oponente, arremeter contra los enemigos que se ha inventado y erigirse en el campeón galáctico del progresismo.