Pedro Sánchez
Si tu no vas, ellos (Aznar y su bigote) vuelven
El face to face entre Feijóo y Sánchez demostró, para sorpresa de casi nadie, que el líder del PSOE ni es fácil de batir, ni se viene abajo por mucha encuesta que presagie una derrota que no una hecatombe
El cara a cara, en el Senado, entre el vigente campeón y el aspirante da para muchas lecturas. Una de estas, el amago patriótico de una alianza entre los dos grandes partidos estatales a cuenta del bien de España y para rehusar toda suerte de incómodos socios minoritarios.
Teatro. Por mucho que se especule –o incluso se desee– en España no va a haber Gran Coalición. Ni es la fórmula que desean unos y otros ni la que pueden permitirse. De hecho, jamás se ha producido esa suma. Lo máximo fue esa tormentosa abstención del PSOE con la que bendijo la legislatura de Mariano Rajoy para evitar unas terceras elecciones. Pronto se olvida que esa decisión provocó la peor convulsión del PSOE desde Fresnes. Decapitaron a Pedro Sánchez y éste se forjó como líder precisamente en ese pulso que inicialmente perdió contra todos los gerifaltes del Partido Socialista (incluidos los expresidentes González y Zapatero) y todo su imperio mediático. Sólo hay que repasar los feroces editoriales de El País.
Luego de su destrono, Sánchez resurgió de sus cenizas como el Ave Fénix y se coronó líder como Napoleón, sin Dios mediante.
Como dato relevante, el mejor resultado del PSOE en unas legislativas en Cataluña se produjo azuzando el espantajo de la derecha con aquel sonado Si tu no vas, ellos vuelven de la factoría del hoy diputado en el Congreso, Pepe Zaragoza. Ellos eran Aznar y su bigote. El PSOE sacó la friolera de 25 diputados de los 48 que se reparten en Catalunya.
El pavor que en buena parte del electorado suscitaba Aznar –por lo menos en el catalán– era suficiente. Cierto que el casposo recurso no cuajó en las últimas elecciones andaluzas. Lo que no quita que seguirá siendo un señuelo recurrente del PSOE.
Tampoco ya nadie quiere acordarse de que Pedro Sánchez imploró al Partido Popular su abstención para salvar su investidura. Era cuando Pedro rechazaba a Pablo. Se le pasó en un abrir y cerrar de ojos, en un acto tácito de constricción.
Tras alzarse con su primera victoria electoral, dejó a las claras que no quería a Pablo Iglesias ni en pintura. Y mucho menos a ERC y Bildu. Claro que nuestro Pedro creía contar con un as en la manga. La demoscopia interna le decía que en caso de repetición electoral iba a barrer. Lo cual no nos debe hacer olvidar que la derecha rechazara de plano cualquier posibilidad de investir al socialista.
Sánchez les pedía el apoyo para ningunear a los periféricos y a Podemos y para meter al PP en un aprieto. Era un win win. Si le decían que no, estaba justificada la convocatoria electoral. Si le decían sí, lo coronaban presidente sin concesión alguna.
Luego Sánchez clonó el discurso electoral de Albert Rivera. Se dio con un canto en los dientes. Peor le fue a Rivera que acabó tendido en la lona.
Si un día el PSOE se entregara al PP, el principal beneficiado estaría a su izquierda. La misma que pretendió asaltar los cielos y ahora languidece. Y por supuesto también daría oxígeno a los periféricos.
Con el único que pactaron reiteradamente PSOE y PP fue con Jordi Pujol. El presidente catalán tuvo sus años de gloria en el Madrid inmortal. ABC lo agració con el Premio Español del Año. Y un señor llamado Florentino Pérez fue el ariete madrileño de la Operación Reformista de Miquel Roca. Claro que el proyecto no pudo tener un resultado más amargo. Obtuvo un buen resultado en Cataluña y se estrelló en el resto. Florentino se olvidó de la política para siempre. Eso sí, les fue bien a Roca y a Florentino fuera de la política. Roca se prometió montar el mejor bufete de abogados de España. No fue para tanto. Florentino, ser presidente del Real Madrid.
El único pacto de calado entre socialistas y populares se materializó en Euskadi en una coyuntura muy especial y con la izquierda abertzale ilegalizada.
El face to face entre Feijóo y Sánchez demostró, para sorpresa de casi nadie, que el líder del PSOE ni es fácil de batir, ni se viene abajo por mucha encuesta que presagie una derrota que no una hecatombe. Los márgenes, pese a una victoria del PP, no dan para dar nada por hecho. Con el añadido que hay cerca de 40 diputados periféricos que no entran en ecuación alguna con el PP. Por eso también su festejo con el PNV de Ortúzar.
Feijóo aún está en rodaje y se notó frente a un Sánchez que ya lleva muchos quilómetros y que sabe que en cualquier curva espera un derrapaje y que en cualquier momento un pinchazo inoportuno es suficiente para tomar la delantera.
A Pedro Sánchez le viene bien medirse con Núñez Feijóo, mientras al gallego le conviene más no tener que aclarar si sube o baja las escaleras. Simplemente dejarse llevar por la brisa que a Feijóo le sopla de popa y a Sánchez en la proa.
Sergi Sol es periodista.
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