Política

Junqueras hermana a Illa y Puigdemont

Puigdemont vive obsesionado por impedir que Junqueras se salga con la suya

La división catalana del PSOE tiene sus propios intereses que no siempre encajan con los deseos y estrategias de la dirección federal.

Antaño Zapatero pactó con Mas el Estatut del cepillado a cambio de garantizar la Presidencia al primero para poner fin al Tripartito de Pasqual Maragall.

Luego el PSC hizo caso omiso y volvió a gobernar junto a republicanos y ecosocialistas. Las tornas han cambiado. Hoy con quien negocia Pedro Sánchez es con ERC que necesita algún triunfo para mantener sus apoyos mientras la Moncloa se resiste pues cree que ya se mojó y quemó lo suficiente con los indultos.

En paralelo están las batallas en terreno estrictamente catalán. Y ahí el PSOE y ERC van a degüello. Si en Madrid el PSOE pacta con ERC, en Cataluña su aliado es paradójicamente Puigdemont y los suyos.

Una alianza en clave catalana que no sólo no acusa desgaste alguno si no que lleva camino de afianzarse y crecer. Hasta el punto que el más que seguro candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona, Xavier Trias, ya ha dicho públicamente que su primera opción es un acuerdo con el PSC. Lo que da aún mayores posibilidades al PSC de recuperar una preciada joya: la Alcaldía de Barcelona. Tal vez el mayor triunfo que podría ondear Pedro Sánchez en los comicios de mayo. Eso y retener Sevilla. Madrid no está ni remotamente a su alcance.

En Cataluña, los comicios municipales van a recrudecer la pugna entre republicanos y socialistas. Y en ese menester, los de Illa cuentan con un apoyo explícito e incondicional de Junts. No sólo se trata del Ayuntamiento de Barcelona y de la poderosa Diputación. También la totalidad de los consejos comarcales metropolitanos. O de ayuntamientos como Sabadell y Terrassa, quinta y tercera ciudad catalana. L’Hospitalet de Llobregat es otro cantar. Junts no tiene ni representación en la segunda ciudad del país. Como tampoco la tiene en ciudades como Cornellà, Viladecans, Santa Coloma de Gramenet, Sant Adrià de Besòs, Sant Boi de Llobregat o el Prat de Llobregat. Entre otras.

Junts es residual en la cuenca del Baix Llobregat, el área más poblada de Catalunya mientras los socialistas adolecen de representación en buena parte de las comarcas interiores. Por eso socialistas y posconvergentes se complementan en sus debilidades frente a una ERC mucho más homogénea en el territorio.

El gran adversario a batir por Oriol Junqueras es el PSC. Y viceversa. Mientras que Puigdemont vive obsesionado por impedir que Junqueras se salga con la suya. De lo que se aprovecha Illa para sacar barato el apoyo de los pupilos de un Puigdemont que, por otra parte, ha dado orden de someter a acoso y derribo el Govern Aragonès. Sin tregua ni concesión alguna. Allegados de Puigdemont cuentan como se le tuerce el semblante con sólo escuchar pronunciar el nombre de Junqueras. Jamás las relaciones -tanto en el aspecto político como en el personal- habían estado tan tocadas.

La cosa es que los republicanos podrían mejorar sus resultados municipales. Ya vencieron en 2019. Y, en cambio, perder poder municipal ante una alianza entre Junts y un PSC que cotiza al alza mayormente por la más que previsible debacle de Ciudadanos que va a alimentar con sus despojos la recuperación del PP que tiene en Badalona y Castelldefels sus baluartes. Aunque de poco le sirven. El PP aúna el compadreo de republicanos con el PSC que en éstas si entierran su rivalidad para impedir que los de Feijóo tomen las riendas de ayuntamiento alguno.

Por otra parte está la cuestión de los presupuestos. Los de España y los de Cataluña. Es de sentido común que si Illa tumba los de Aragonès, Rufián tumbará los de Sánchez. Cualquier otra posibilidad es baladí. Pero si Illa puede vender barato su apoyo o canjearlo sin más para los republicanos es más complicado.

La opinión publicada, en Cataluña, considera que las concesiones arrancadas por ERC a cambio de su apoyo a los presupuestos de Sánchez son escasas o insuficientes. Las cifras de ejecución presupuestaria que se han dado a conocer (20 por ciento en Cataluña) no han hecho más que acentuar esa sensación. Además está el esperpento de Renfe que tiene en el Baix Llobregat las líneas con más pasajeros de toda España. El desastre es mayúsculo y pone en tela de juicio el apoyo a presupuesto alguno.

Pero hay otra cuestión que no es menor. Una hipotética nueva investidura de Pedro Sánchez. El presidente sólo podría revalidar un nuevo mandato si mantiene el tipo en los comicios y si el proyecto de Yolanda Díaz no sucumbe. Pero aún así no saldrían las cuentas. Necesitaría, cuando menos, los escaños de ERC aunque en Ferraz cuentan con la imposibilidad que ERC apoye una investidura de Feijóo. Pero eso, sin más, no haría viable investidura alguna. Sólo empujaría a nuevas elecciones.