Política

Bal, el Macbeth de Arrimadas

Hay muchos seres humanos que solo les mueve la ambición y la traición

No hay nada como los clásicos. La permanencia de sus argumentos resulta fascinante, porque autores como Shakespeare o Cervantes, por recordar a los más citados, diseccionan el alma humana con la precisión del mejor cirujano. Es suficiente trasladar a nuestros días esas tramas y comprobar su absoluta actualidad. El otro día conversaba con mi buen amigo Alfredo Alvar, uno de los mejores historiadores españoles, su amplia obra avala esta afirmación, sobre Cervantes, del cual es un gran experto, y Shakespeare. ¿Quién es mejor? No hay duda de que ambos son impresionantes. Hace años que mantengo que poca gente ha leído el «Quijote» y otras obras del genial escritor español, pero lo mismo sucede con el inglés. Por supuesto, muchos han visto alguna película inspirada en ellos. El otro día volví a ver la versión moderna de «Coriolano» (2011) protagonizada por Ralph Fiennes, Gerald Butler y la siempre deslumbrante Vanessa Redgrave. Me sigue gustando más en su contexto histórico original, pero me sucede lo mismo con las estrafalarias versiones que se hacen de algunas óperas. Cuando algo es excelso resulta ocioso y pretencioso reconvertirlo a una absurda contemporaneidad. La guerra que se ha desatado en Ciudadanos ha hecho que me venga a la memoria el drama de «Macbeth».

Hay muchos seres humanos que solo les mueve la ambición y la traición. Por eso, los clásicos no hacen más que reflejar con gran brillantez esa realidad. No creo que unas brujas, en un páramo perdido y en una tarde tormentosa, hayan augurado a Edmundo Bal que sería presidente. Al igual que Macbeth, ha decidido que su rey Duncan (Inés Arrimadas) no merece reinar y que es el elegido para ceñir en su frente la corona. El general escocés, miembro de la familia real y un brillante militar, se consideraba con méritos dentro del curioso sistema de sucesión que imperaba en aquella época. Al menos había triunfado en el campo de batalla, pero Shakespeare, inspirado en un personaje histórico real, nos muestra que nada bueno surge de la traición. En cambio, Bal sufrió una catastrófica derrota en las elecciones madrileñas, ya que ni siquiera consiguió un escaño. A pesar de ello, Arrimadas permitió que siguiera de diputado y portavoz en el Congreso. Al final, esa generosidad le ha pasado factura y su Macbeth quiere acabar con ella.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).