Periodismo

Mongolia punki

No me gusta la portada de «Mongolia», pero como «Charlie Hebdo» en su momento, con las consecuencias que conocemos, tiene todo el derecho a representar el milagro de la Navidad como les dé la real gana

Ya hemos deglutido, que es un verbo como de tener alergia al gluten, que la Navidad no es más que una sucesión de plagios de «¡Qué bello es vivir!» pero sin el genio de Capra, o sea, una versión «trash» del original. Los anuncios se suceden como una factoría de esperanzas rotas que aspiran a ser capaces de enjuagar corazones sucios del acto de vivir con polvo atrasado. La crítica, empero, no es hacia los creativos que tejen esa artimaña sentimental, sino a sus destinatarios, nosotros todos, dispuestos a llorar todo lo que no hemos meado durante al año. El «spot» de J&B, en el que un abuelo maquilla a su nieto y lo prepara para la «ley trans» no es más que una muestra de que con la canción adecuada todo mensaje enternece. Antes del acto del maquillaje, esa mancillación, no sabemos lo que sucede, y por supuesto, después. Se nos escapa si esa persona ha sido feliz. Ahí es está la magia de la publicidad y su capacidad para convertir en azúcar los temas del momento. Como si en cada casa hubiera un nieto deseando ponerse unos tacones.

En el envés de esa epidemia diabética, está la representación gamberra de la realidad, como la que ha hecho la revista «Mongolia», al representar en el pesebre a un mojón, que es muy de «South Park» de principios de siglo, el Sr mojón, una prueba ya superada, al menos para los consumidores de comida basura televisiva, como yo. Les puede gustar o no, tanto como el anuncio Irene Montero de J&B, pero no merece llegar a los tribunales. Repito lo que defendía Luis María Anson en casos como este y que llevo grabado a fuego: o se está con la libertad de expresión con todas sus consecuencias o no se está. No me gusta la portada de «Mongolia», pero como «Charlie Hebdo» en su momento, con las consecuencias que conocemos, tiene todo el derecho a representar el milagro de la Navidad como les dé la real gana. Para poner verde coherentemente a la ministra de Igualdad he de aceptar que un mojón llame a mi puerta y me moleste. Ahora que la derecha es punki hasta me gusta el rollo facha de la revista.