Política

Golpe a golpe

Según los principios de la supervivencia sanchista, si se está fraguando un golpe de los jueces, lo mejor será indultarlos, pactar con ellos las penas a cambio de algo y eliminar el delito

He apuntado que, por lo que sea, no ha sentado bien que el Constitucional estimara un recurso sobre la reforma de la elección del propio Constitucional hecha así mediante una enmienda sin informes, sin debate, con nocturnidad, con alevosía, con sanchismo y todo lo que le cuelga.

El PSOE está que fuma en pipa. Nadia Calviño, que es rubia pero no es tonta, ha admitido que la reforma se hace por vía exprés para que un tribunal favorable al Gobierno no estime los recursos del PP y de VOX. Así dicho, suena fatal. En Podemos también admiten abiertamente que los tribunales deben reflejar el sentir de la ciudadanía, esto es que los jueces sean nombrados por el Gobierno. A mí en cambio, cada vez me parece mejor este modelo sobrevenido en el que el Constitucional y el CGPJ fiscalizan al Gobierno pues las mayorías pertenecen a magistrados de otro signo que ejercen su papel con mayor celo. Deberían dejarlo así para siempre.

A Feijóo le han puesto un tricornio en la cabeza y en la mano, una pistola de mentira como de disfraz de vaqueros. Hasta ayer llevaba unos cuernos de bisonte como para entrar al Capitolio. En general, para el Gobierno todo el que cuestione su opinión incurre en el golpismo, y ese es el felpudo de todos los totalitarismos por soft que sean. Claro que nadie se plantea una mañana que va a convertirse en un dictador, sencillamente ocurre que cuando uno está en el poder, corre el riesgo de recorrer una cuesta abajo por la que los periódicos, los jueces y los ciudadanos que disienten de la postura gubernamental están perpetrando un golpe y deben ser neutralizados. ¿Quiénes son los partidos de la oposición para preguntar? ¿Quiénes son los periódicos para publicar? ¿Quién se ha creído que es el Constitucional para estudiar si es constitucional el escurridizo trámite de una ley? El Constitucional velando por la aplicación de la Constitución, no, en serio ¿quién se han creído? Habrá que entender que los jueces no deben meterse en estos asuntos, pues el pueblo quiere votar y la voluntad del pueblo está por encima de la Ley. No sé de qué, pero me quiere sonar. Si el Tribunal estima las medidas cautelares, terminarán poniendo unas urnas; está de moda, ya las venden en el chino. Recuerdo con cierta nostalgia otoñal el comienzo de aquella legislatura en la que Sánchez se presentó a las elecciones queriendo detener a Puigdemont y resulta que se lo ha comido y ahora lo lleva dentro.

En realidad, este entuerto se puede solucionar antes de sacarle los colores al Rey de España en el discurso de Navidad que viene con aires del tres de octubre. Según los principios de la supervivencia sanchista, si se está fraguando un golpe de los jueces, lo mejor será indultarlos, pactar con ellos las penas a cambio de algo y eliminar el delito por si lo vuelven a cometer ellos mismos o las generaciones futuras, como dijo Rufián. Así desjudicializando, desjudicializando, Sánchez terminará por desjudicializar la justicia.

Me estoy acordando de cuando el pedrismo metió a Podemos en el Gobierno y la gente se tranquilizaba jurando que podíamos estar tranquilos, pues teníamos a los jueces. Que contra los jueces no se podía. En realidad, las togas son extremadamente quebradizas. La arquitectura argumental considera que, si le dan la razón al Gobierno, lo legitiman y, cuando le llevan la contraria a la izquierda, estamos ante el mayor golpe a la democracia desde el 23 F. Y así llegamos a este bello momento en el que todo es un intento de golpe de estado salvo los golpes de Estado.