Navidad

¡Qué bello es vivir! (de vez en cuando)

Eso es lo que quieren, que entremos en la apatía de la antipatía, porque si nos sentimos mejores personas que ellos podremos escupir bondad en vez de llorar maldades

Si tienen oportunidad pongan la televisión esta noche (en La 2, a las 22.00), aún vívida la resaca de la Nochebuena con villancicos y zambomba de Jerez, o el atracón de la cena, y vean de nuevo «¡Qué bello es vivir!». Al menos una vez al año, lo procura la Navidad, igual que la Semana Santa las películas de romanos cachas en minifalda que entusiasmaban a Terenci Moix, hay que dejarse llevar por las buenas intenciones y el lado menos escabroso de la existencia. Frank Capra rodó una obra maestra, vale, con mensaje tal vez edulcorado para lo espinoso y seco que es hoy cualquier lenguaje artístico, que es sano revisitar. Tampoco les pido tanto. También ponen cada año «Pretty Woman» y bate récords de audiencia, y eso que ciertas feministas le han hecho la cruz porque la protagonista es una prostituta. Todos somos putas algún día del año, incluso las propias putas. Con «Pretty Woman» queremos ver guapos, Cenicienta y el príncipe canoso y rico, y con «¡Qué bello es vivir!» que nos dé una razón por la que debemos seguir en este mundo a pesar de que todos los indicadores dirían a una persona inteligente que se retirara, no digo ya al filo de un puente, que es muy extremista, sino, que sé yo, a una montaña mágica. Todos podemos soñar con ser un personaje de «Pretty Woman» pero todos hemos sido, de verdad, uno del filme de Capra. No necesariamente James Stewart, pero quién sabe si algunos de sus amigos.

Si fulanito no hubiera tomado tal decisión hoy estaría en el paro, si menganita no me hubiera prestado dinero hoy estaría en la ruina, y así hasta cientos de supuestos. Relájense. Todo podría ir a peor. Olviden las malditas leyes que se acaban de aprobar y el año de infierno que pronostican los oráculos del reino. Si quisiéramos todo podría cambiar con solo poner la tele a la hora adecuada. Mañana aún estaremos a tiempo de dejar este mundo. Quiéranse. A ustedes mismos. Sí, hemos engordado un poco, las ojeras se tiñen de oscuro y esas cosas que diría una canción de José Luis Perales. Bájense de esa canción. No vuelvan a escucharla. Eso es lo que quieren, que entremos en la apatía de la antipatía, porque si nos sentimos mejores personas que ellos podremos escupir bondad en vez de llorar maldades, que es lo contrario de lo que ellos hacen. Sí, ellos, los entes que marcan el Periodismo casi cada día, creen que es terriblemente cursi y demodé creer que nuestro nacimiento también está entre las mejores cosas que le ha pasado al mundo.