
Opinión
Cumbres borrascosas en Barcelona y Rabat
Nuevamente «cumbres borrascosas» ahora en Barcelona y Rabat, con el común denominador de tener a Sánchez como protagonista en ambos lugares y con similares motivos. Se trata de las cumbres bilaterales con Francia y Marruecos en el marco de las establecidas desde hace años por España con países con los que mantenemos una relación privilegiada por razones de vecindad, y de intereses económicos, políticos y estratégicos compartidos. Quede claro pues que no son un logro de este gobierno, y que se celebran alternando su organización como país anfitrión y con periodicidad variable según los casos. En este caso Barcelona el próximo 19 de enero es la ciudad sede de la cumbre España- Francia como ya lo fue en ocasión similar en 2005 con Zapatero y Chirac al frente de las respectivas delegaciones. En aquella ocasión Pasqual Maragall como president de la Generalitat tuvo su cuota de pantalla institucional en la escena, y ahora Sánchez quiere utilizar esta cumbre como un aval a su política de apaciguamiento y entreguismo con el separatismo, contando para ello con Pere Aragonès. El problema surge porque estamos en año electoral y ERC quiere aparentar distancia con el sanchismo y recortarla con la CUP, Junts, y la variedad de instancias procesistas que se van a manifestar en las calles en contra de dicha cumbre. El sanchismo tiene respuesta para todo, incluso contra el conocido oxímoron existencial de «no poder estar simultáneamente en misa y repicando», así que ERC estará presente en la reunión con su cara institucional y en las calles manifestando su rechazo con su cara populista republicana y secesionista. Por supuesto, el interés general de España no estará presente, subordinado en favor del interés personal y partidista de uno y otro con esa actuación. Otra modalidad de Cumbre bilateral viene a continuación el 1 y 2 de febrero con Marruecos, a celebrar ésta en Rabat. También allí el sanchismo tiene respuesta desde su gobierno si se le considera como mera instancia de satisfacción de poder de su presidente. En Rabat la solución para el caso es que allí acuda sólo una representación del ala socialista gubernamental, ante la oposición al régimen alauita y la política sanchista con el Sahara por parte del ala comunista y podemita. Sabido es que este Gobierno cuando se constituyó ahora hace tres años pese a que «el 95% de los españoles padecería insomnio» ahora no es una coalición, sino un ente político yuxtapuesto del PSOE con dos facciones que están en guerra civil entre ambas. La degradación política e institucional, y el daño provocado por el sanchismo necesita de una contundente respuesta en las urnas.
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