El trípode

De 30 monedas de plata a 7 votos de hojalata

España no está en venta en manos de Sánchez y sus palmeros. Y el pueblo español, por fin, ha despertado

Anteayer miércoles finalizaba el Trípode diario aludiendo al «despertar del pueblo español» ante la ignominia perpetrada contra España por el sanchismo, como precio a pagar para seguir su venerado líder una temporada más en La Moncloa. Decía así: «Sánchez investido por ellos va a ser un cadáver político desde el primer día. Y con él, su partido sanchista, el ex-PSOE. España no está en venta en manos de Sánchez y sus palmeros. Y el pueblo español, por fin, ha despertado».

Ayer esas palabras se hicieron infame realidad escuchando a su negociador, el muy progresista sanchista Cerdán, explicando la claudicación final ante el autoamnistiado prófugo de Waterloo. Las palabras se quedan cortas ante el soez espectáculo político dado por el sanchismo llevando la carencia de ética y moral públicas hasta niveles insospechados. Si Judas Iscariote es conocido como el «traidor» por haber vendido a Jesucristo por treinta monedas de plata, Sánchez ya está en la Historia acompañado de sus palmeros por haber vendido la dignidad de España a los separatistas a cambio de siete votos de hojalata.

Reafirma si cabe más todavía la consideración de Sánchez como un virtual «cadáver político» escuchar a Puigdemont explicando en su lengua materna las razones y contenido de lo acordado con el Tito Berni ubicado en La Moncloa. Sin palabra, sin límites, sin ética ni moral y con solo una ambición personal satisfecha por su homónimo émulo de Waterloo, que compra borrar todos los delitos cometidos por él y sus plurales y progresistas seguidores de los CDR y del Tsunami de la Marta Rovira desde Suiza, al asequible precio de 7 votos, cual monedas de hojalata.

Sánchez, feliz investido presidente de un Gobierno «progresista y convivencial». Tan convivencial como afirma su progresista aliado Puigdemont, que aclara que la primera y última palabra para hablar de Cataluña la tiene el Parlament, que España no tiene nada que decir al respecto y que el seguimiento del cumplimiento de lo pactado se hará fuera de España y con un relator internacional para levantar acta. O sea, como se negociaron el final de conflictos como la guerra de Siria, el Gobierno de Colombia con las FARC, o el final del IRA en Irlanda. Aquí y ahora se trata de negociar con un estado dictatorial que reprimió violentamente a demócratas que reivindicaban pacíficamente su derecho a decidir sobre Cataluña.

Puigdemont y Sánchez, tal para cual, negociando la salida al «conflicto político» existente entre unos represores y unos demócratas víctimas de su represión. De las 30 monedas de plata de Judas a los 7 votos de hojalata de Puigdemont.