Tribuna

Los adjetivos de la guerra de Ucrania

Es la voluntad política por imponer o imponerse sobre otro la clave de la guerra

Los adjetivos de la guerra de Ucrania
Los adjetivos de la guerra de UcraniaRaúl

No es preciso insistir en la ausencia de pensamiento y de análisis estratégico de la que adolece España, tanto en la administración del Estado como en la sociedad civil. De lo anterior podemos poner a salvo a algunos grupos eminentes de pensamiento como el Instituto Español de Estudios Estratégicos, el Real Instituto Elcano, el Grupo de Estudios Estratégicos y algunas cátedras en la Universidad como la de Francisco Villamartín, uno de los grandes pensadores militares del siglo XIX, en la Rey Juan Carlos. El problema reside en que los análisis que producen esos centros quedan en el ámbito académico o para analistas y expertos sin permear en la administración ni en los centros de decisión.

Esa falta de utilizar la estrategia como una forma de pensar o de analizar los grandes problemas que afectan al mundo se observa en pequeños detalles o errores en los que incurren incluso analistas reconocidos. En concreto, como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania el número de análisis, ensayos, artículos y comentarios periodísticos sobre la guerra se ha incrementado notablemente y con ello las imprecisiones, exageraciones o errores en la definición de algunos términos en relación con la guerra, lo cual es preocupante, pues las palabras tienen su propio valor y significado y no se deben banalizar.

Nos referimos a los adjetivos injusta, injustificada, ilegal u otros similares utilizados por analistas, políticos y periodistas junto con la palabra guerra al referirse a la de Ucrania. Es por ello que es preciso matizar algunos aspectos en relación con la guerra.

En primer lugar, hay que decir que no existe guerra injusta, pues en ese caso cabría la guerra justa y me pregunto quién determina la justicia que pudiera existir, si eso es posible, en una guerra. Podría admitir que una guerra defensiva puede ser legítima como lo es el derecho a la legítima defensa en caso de agresión, reconocido internacionalmente, agresión que nunca puede ser ni justa ni legítima. No existe la guerra justa o injusta.

Tampoco existe la guerra ilegal, pues por la misma razón indicada habría guerra legal, es decir, la que permite las leyes sean nacionales o internacionales, cosa que como es bien conocido no figura en el derecho internacional. No existe la guerra legal o ilegal.

¿Puede ser una guerra justificada o injustificada? Para el agresor siempre habrá una razón o motivo de gran importancia para iniciarla, y seguramente habrá valorado sus costes y beneficios, pero para el que la sufre nunca habrá justificación, aunque a veces, decisiones unilaterales que toman algunas naciones en el ejercicio de su soberanía, sin realizar un análisis estratégico de las posibles implicaciones que pudiera tener para otros, pueden generar la razón o el «casus belli», quizá sin pretenderlo, que genera la justificación inadmitida. Por ello es muy recomendable no utilizar el vocablo guerra justificada o injustificada.

Además, la guerra no es ni un concepto jurídico, aunque pueda haber una declaración de guerra de por medio. Cosa muy poco habitual por cierto desde la II Guerra Mundial. Tampoco existe la guerra de religión, aunque los contendientes reclamen que Dios, en sus diferentes términos y formas, está con ellos y se le rece por ayuda para vencer al oponente.

La guerra sin duda es cruel pues se produce dolor y sacrificio, muertos, heridos y mutilados, destrucción, violencia, derivados de los combates militares; claro que es cruel, pero dudo que haya una guerra que no lo sea por lo que utilizar ese término sería una redundancia.

Es más, para un militar, como el que escribe estas líneas, la guerra no es ni un concepto militar, en absoluto, no solo porque lo diga Maquiavelo, Clausewitz, Villamartín, Sun Tzu u otros, sino porque es evidente que los combates, las operaciones, las maniobras ofensivas o defensivas realizadas en el Teatro de Operaciones son militares, pero no la guerra, aunque sorprenda al lector.

Efectivamente, la guerra no es nada de lo anterior, la guerra es un acto político manifestado mediante una confrontación de voluntades políticas. Es la voluntad política por imponer o imponerse sobre otro la clave de la guerra, es la voluntad política cuando los otros medios, no bélicos, para conseguir los objetivos pretendidos no han dado resultado o no se ha llegado a un acuerdo.

En consecuencia, sería muy recomendable que analistas, periodistas o políticos dejaran de adjetivar el acto político que llamamos guerra.

Luis Feliu Bernárdez.General de Brigada (r). Academia de las Ciencias y las Artes Militares.