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Aunque moleste

Ampliar la Cumbre Iberoamericana

El reto, integrar al mundo Panibérico que agrupa a 850 millones de ibero-hablantes en todo el mundo

No cabe duda del acierto que supuso en 1991 la creación de la Cumbre Iberoamericana. Durante más de treinta años ha reunido a las naciones de habla hispana y portuguesa de América y Europa. Prueba de su éxito son los numerosos foros articulados con formato semejante, entre ellos la Celac, Eu-Lac, Unasur o la Cumbre de las Américas, esta última bajo el paraguas de Estados Unidos. Las Iberoamericanas han estado bien, fueron una idea brillante, pero en los últimos tiempos su impacto político ha decrecido, tal vez por la rutina y la carencia de un liderazgo que las impulse hacia nuevos objetivos. Sin ir más lejos, la ausencia este año de los primeros mandatarios de Brasil, México, Venezuela y tres de las más importantes naciones centroamericanas, da una idea de la necesidad de renovar el modelo para recuperar el impuso que tuvieron.

España debiera retomar su liderazgo original en el espacio LATAM, desgraciadamente perdido en favor de potencias como China, auténtico referente en la economía del continente latino-americano como consecuencia de la hostilidad creciente hacia Estados Unidos y la torpeza de la dirigencia española. Liderazgo que habría de compartir necesariamente con México, Brasil y Portugal, si lo que se pretende es armar un auténtico bloque en el que la iberofonía sea algo más que un mero concepto lingüístico o territorial.

Las cumbres no se han renovado y lo que no se renueva corre el riesgo de sucumbir. Un problema básico es que se trata de foros meramente políticos y nada sociales. Sería fundamental que, manteniendo la cadencia actual de celebración bianual, pudieran respaldarse con actos en los ámbitos económico, cultural, deportivo o musical. Si convertimos las cumbres en algo más que una reunión amputada de líderes, y les damos un giro para transformarlas en acontecimientos sociales ansiados por la ciudadanía, habremos acertado en la solución. Los países de la Commonwealth, por ejemplo, participan cada cuatro años en una suerte de Juegos Deportivos muy valorados en la comunidad anglo, que sirven para preparar a sus atletas cara las Olimpiadas. Iberoamérica (junto con las naciones africanas y asiáticas de la iberofonía ) podría tener esos mismos juegos deportivos, alternados con un torneo de fútbol panibérico, un evento musical y otros de tipo social y económico. No es tan complicado y daría un gran impulso a una cumbre en la que la guinda sería siempre el encuentro de mandatarios, intentando que tales reuniones fueran menos políticas y más de convivencia entre quienes compartimos una misma raíz lingüística y cultural.

Por lo demás, y como lleva años defendiendo Frigdiano Álvaro Durántez, hay que ampliar la SEGIB al mundo del paniberismo, lo que geográficamente podríamos denominar el Espacio de la Iberosfera, al que se refirió el Rey Felipe VI en Dominicana como comunidad que agrupa a 850 millones de ibero-parlantes, más de 30 países de todos los continentes que hablamos español o portugués, lenguas hermanas mutuamente comprensibles que conforman el primer espacio lingüístico del mundo, la quinta parte de la superficie del planeta y la décima en términos demográficos. Esas Cumbres/Cimeras Panibéricas se ampliarían, entre otros, a Guinea, Mozambique, Angola o Macao, por ejemplo. Una idea que no gusta nada al universo british y que, por desgracias, nosotros somos incapaces de articular. Da verdadera pena.

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