El canto del cuco

Asalto a RTVE

La toma por decreto de RTVE contradice las normas europeas de regeneración democrática y confirma la voluntad del Gobierno «progresista» de apoderarse de todas las instituciones

Era inevitable que el Gobierno de Pedro Sánchez tomara al asalto RTVE. Corría tanta prisa que había que hacerlo por decreto, de forma irregular, con el mayor descaro, y venderlo incluso como una defensa del pluralismo. Desparpajo para apañar el «relato» no les falta a los agentes monclovitas. No importa que se deje prácticamente fuera del reparto al primer partido de la oposición y al tercero del Parlamento, expulsados a la «fachosfera». Lo que se pretende con esta estudiada maniobra es apoderarse del más importante medio de comunicación, a juzgar por su presupuesto, aunque su influencia sea menguante, y ponerlo al servicio del actual poder político. Los ganapanes de La Moncloa, insaciables, se hacen a la idea de que lo que no mata engorda. Si hace falta, devorarán por completo el Estado democrático de derecho. Llevan camino. Todo es coherente. El primer propósito del sanchismo es precisamente impedir la alternancia en el poder.

La toma por decreto de RTVE contradice las normas europeas de regeneración democrática y confirma la voluntad del Gobierno «progresista» de apoderarse de todas las instituciones públicas: Tribunal Constitucional, Abogacía del Estado, Fiscalía, CIS, Agencia EFE, Banco de España, etcétera. Es insaciable. En este caso, obliga a los profesionales del Ente público a ponerse a su servicio como esclavos forzados. Igual que en el franquismo. Muchos redactores, programadores y realizadores no están de acuerdo, pero se convertirán en instrumentos ideológicos y en agentes electorales del Gobierno. No es una novedad. Lo chocante es el descaro con que se hace. Todo poder político acostumbra a ser el primer grupo de presión sobre los medios públicos de comunicación. Lo sé muy bien. Durante casi treinta años RNE fue mi casa, donde creé y fui el primer director de «24 Horas» y media docena más de programas. He pasado media vida profesional en Prado del Rey. Comprendo bien el desasosiego de los mejores profesionales de la casa, y confío en que no se resignen sumisamente a la pérdida de libertad. Es también de esperar que la Asociación de la Prensa no mire esta vez para otro lado.

Con este decreto se evapora el sueño de que algún día la cadena pública española se parezca a la BBC de Londres, donde impera la neutralidad y la independencia. En junio de 2018, en su primera entrevista en TVE después de hacerse cargo del Gobierno, proclamó Pedro Sánchez: «Mi compromiso es que haya una RTVE que no esté al albur ni al dictado de ningún Gobierno ni de ningún partido». Han pasado seis años y ya ven. Todo atado y bien atado.