Tribuna
La atracción de talento a las universidades
No es casualidad que universidades como Harvard, Columbia, Stanford, MIT o la Universidad de California hayan tenido decenas de premios Nobel, y que empresas como Google o Facebook hayan surgido en Estados Unidos
¿Cómo prevenir un apagón eléctrico?, ¿cómo maximizar la esperanza de vida en enfermos de cáncer?, ¿qué sistema criptográfico garantiza mejor la seguridad de los ordenadores de las empresas? Responder a estas preguntas requiere investigación rompedora.
Estados Unidos, desde su sector privado y público, ha mostrado históricamente un apoyo visionario a la ciencia y tecnología. No es casualidad que universidades como Harvard, Columbia, Stanford, MIT o la Universidad de California hayan tenido decenas de premios Nobel, y que empresas como Google o Facebook hayan surgido en Estados Unidos.
Estas instituciones apoyan a los más brillantes en la aventura de intentar muchas cosas distintas, para acabar dando, alguna vez, con un algoritmo genial que cambia el mundo o una vacuna que salva millones de vidas. Aprovecho para agradecer efusivamente a Estados Unidos que apoyase mi trabajo con gran generosidad, durante dos décadas. El respaldo del gobierno americano a través de proyectos de investigación, y de las universidades e instituciones donde trabajé, fue esencial tanto para iniciar mi actividad investigadora como para mantenerla en el tiempo.
España tiene una formación universitaria de alta calidad, y esto ha generado un capital humano que lo ha situado como un país potente en ciencia y tecnología. Sin embargo, salvo en algunos programas como las Becas Leonardo o Ramón y Cajal, no se acaba de apostar por premiar a los mejores. El sistema tiende a dar un poco de reconocimiento a mucha gente, el famoso café para todos. Esto es positivo, pero también debemos acordarnos de quienes destacan por sus grandes logros, y reconocérselos para que no busquen otras opciones laborales, con la pérdida de talento que ello conllevaría para la universidad.
De cara a tener un país líder en investigación pienso que lo más importante es incorporar a los jóvenes más brillantes a nuestras universidades, y apoyarlos mientras su carrera despega.
¿Qué hay que tener en cuenta en las contrataciones de doctores con tres o cuatro años de experiencia posdoctoral?
Opino que hay que priorizar a quienes muestren potencial para la investigación rompedora y de calidad, aunque no tengan tantas publicaciones como otros, o estas publicaciones no acumulen muchas citas; por citas me refiero a menciones en otras publicaciones. El sistema español tiende a considerar importantes estos aspectos cuantitativos.
Hay matemáticos, como Jim Simons (Estados Unidos, 1938-2024), creador del Fondo Renaissance Technologies, que han tenido poderosa influencia en las matemáticas, con pocas pero importantes publicaciones. Por sus contribuciones recibió el Premio Oswald Veblen en 1976 y fue elegido miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en 2014, uno de los más altos honores que un científico puede recibir. Y hay investigadores con un elevado número de publicaciones sin relevancia. Asimismo no se debe juzgar una publicación solo por el número de citas que recibe: en ciertas áreas lo habitual es citar poco y en otras lo contrario. Además hay trabajos fundamentales que no se citan porque resuelven un problema y no hay más que aportar, o porque tardan en entenderse. Y hay trabajos rutinarios que acumulan muchas citas. En mi opinión, lo más importante a valorar en un curriculum de un joven investigador es la profundidad, importancia y calidad de sus publicaciones.
¿Cómo contratar a los mejores? Estados Unidos tiene los procesos de contratación más competitivos del mundo. Allí, al menos en matemáticas, las universidades suelen convocar las plazas de profesorado más joven, de modo simultáneo, entre septiembre y diciembre. Como los méritos son difíciles de juzgar, los comités de selección solicitan informes de expertos. Lo más frecuente, de hecho, es que los candidatos soliciten que los informes se envíen directamente al comité de selección. Las nuevas contrataciones que he conocido en Estados Unidos tuvieron en cuenta múltiples informes de expertos en el campo de cada aspirante: las «recommendation letters». No es infrecuente que unos mil investigadores compitan por una única plaza, y en la selección los informes son esenciales. En España existe desconfianza hacia las cartas de recomendación, por haber sido tradicionalmente superficiales o laudatorias en exceso, y esto habría que corregirlo para que un sistema de contratación basado en cartas sea útil.
En los próximos años se van a jubilar en España muchos catedráticos y profesores universitarios. Hasta donde yo sé, no hay coordinación entre las universidades españolas para convocar las plazas destinadas a jóvenes doctores. La competición por estas plazas debería de ser intensa, con un elevado número de aspirantes por plaza. Ello probablemente se puede conseguir anunciando las convocatorias efusivamente en medios nacionales e internacionales, y acordando que las universidades españolas convoquen las plazas de forma coordinada entre septiembre y diciembre. De este modo los españoles podrán competir nacional e internacionalmente al mismo tiempo, y ojalá muchos extranjeros compitan por unirse a nuestras universidades. Y que gane el mejor.
Álvaro Pelayo. Miembro de la Real Academia de Ciencias y Catedrático y Vicedecano en la facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense. Previamente Catedrático en la Universidad de California, San Diego.