Parresía

Carta a los Reyes Magos

Necesitamos ser gobernados por personas cultivadas, ejemplares, dialogantes, con capacidad para pactar con sus rivales, no sectarias, no agresivas, sí empáticas, sí sensatas, sí ansiosas por explicarse regularmente en ruedas de prensa con preguntas

Es 5 de enero, amigos, permitidme aprovechar este día mágico. A los Reyes Magos me dirijo hoy con la esperanza de que unos pocos deseos se hagan realidad. El primero y más importante: salud por los cuatro costados, salud floreciente a mi alrededor. La pronta reincorporación del compañero Javier Gallego, totalmente recuperado, sería el mejor presente para mi equipo televisivo. Hemos trabajado tanto, hemos sido tantas veces líderes de audiencia, que damos por sentado que ese regalo, seguro, nos va a caer.

El resto de mi lista se resumiría en convertir el informativo diario en un compendio de noticias más llevaderas. Eso pasa por dejar atrás la «polarización», la palabra que mejor definió al año 2023. Partiendo de ahí, Majestades, me pido unos políticos que reviertan la situación de todos nuestros problemas domésticos –políticos, económicos, sanitarios– pensando más en el bien común que en ellos mismos y en cómo serán recordados. Políticos que no nos infravaloren, que no se dediquen a mentirnos, ni a crisparnos más los ánimos, ni a dividirnos. Necesitamos ser gobernados por personas cultivadas, ejemplares, dialogantes, con capacidad para pactar con sus rivales, no sectarias, no agresivas, sí empáticas, sí sensatas, sí ansiosas por explicarse regularmente en ruedas de prensa con preguntas. Ya está bien eso de asomarse a las redes sociales, como norma, para soltar un titular o atacar al contrario. Y no solo estoy pensando en la clase política española. Mi petición también incluye a esos otros líderes que manejan los hilos mundiales, guerras incluidas. Este año se celebrarán elecciones europeas, en Rusia y en Estados Unidos. Más nos vale que los elegidos posean las cualidades arriba expuestas.

Parafraseando a Sabina, Majestades, me encantaría que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena. ¡A pesar de las presiones, del poso machista casposo y del odio extremo que a veces rezuman las redes sociales! Me lo pido para quienes trabajamos con la vocación y la honestidad por delante, sabiendo que la inteligencia artificial y demás avances tecnológicos están aterrizando en nuestras vidas, con lo que eso supondrá. Han llegado para quedarse y, en principio, para aportarnos calidad de vida. De aquí a los próximos cuatro años, experimentaremos una revolución –auguran los expertos– aún más potente que la que supuso e su día la creación de Internet. Solo espero que este año conozcamos, gracias a la IA, importantes avances en el campo de la medicina y en otros ámbitos pero, pase lo que pase, jamás dejemos de apreciar el valor de las capacidades intangibles de ser humano. El valor de la fe, por tanta como la que os tengo yo, Majestades.